El calentamiento global -mediante la combinación del derretimiento de los glaciares y la desaparición de capas de hielo- ocasionaría que el nivel de los océanos subiera un metro.
Aproximadamente en un siglo, varios lugares que han dado su identidad a Estados Unidos podrían ser borrados del mapa, predicen muchos científicos.
El nivel creciente del mar terminará por sumergir el primer asentamiento de los colonos en Estados Unidos, en Jamestown, Virginia, así como la plataforma de lanzamiento en Florida que puso en órbita al primer estadounidense.
El calentamiento global -mediante la combinación del derretimiento de los glaciares, la desaparición de capas de hielo y el aumento de la temperatura del mar- ocasionaría que el nivel de los océanos subiera un metro (39 pulgadas), lo que transformaría el país.
Las aguas crecientes llegarían al pie de los edificios de Wall Street, el corazón de la economía tradicional, y al llamado Valle del Silicio, donde se yerguen las principales empresas de la nueva economía. Anegarían los aeropuertos de grandes ciudades, así como algunas de las principales autopistas.
Las marejadas a consecuencia de las tormentas, aunadas al aumento del nivel del mar, inundarán los lugares donde vacacionan los políticos ricos, como Kennebunkport, donde tiene su casa la familia Bush o los Outer Banks, donde descansa John Edwards. Desaparecerán también muchas de las playas predilectas por los vacacionistas menos adinerados, en Texas y Florida.
Ese es el panorama preocupante que proyecta una serie de mapas costeros. Los mapas, creados por científicos de la Universidad de Arizona, se basan en datos del centro de Estudios Geológicos de Estados Unidos.
Pocos, entre una veintena de expertos entrevistados, discrepan con el pronóstico de un metro de aumento en el nivel del mar. Algunos creen que ello podría ocurrir en 50 años, otros dicen que en 100 y unos más que en 150.
“Va a subir un metro y no hay nada que podamos hacer al respecto”, dijo Andrew Weaver, climatólogo de la Universidad de Victoria y uno de los autores del informe emitido en febrero por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático en París. “Esto va a ocurrir sin importar lo que hagamos. La pregunta es: ‘¿Cuándo?’”.
El alza en el nivel del mar “tiene consecuencias sobre el lugar en el que vive la gente y sobre sus problemas”, dijo Donald Boesch, científico de la Universidad de Maryland, que ha estudiado el asunto. “Sostendremos este gran debate nacional sobre lo que protegemos y el costo que ello tiene”.
Los expertos consideran que la protección de las costas estadounidenses implicaría una erogación de miles de millones de dólares y que no todos los lugares podrán salvarse.
Y el problema no es sólo el aumento en el nivel del mar. Con éste, se incrementará el riesgo de las marejadas por huracanes, tormentas tropicales e incluso por fenómenos meteorológicos menos intensos, dijo Boesch. El aumento en el nivel del mar significa que estas tormentas provocarán inundaciones más graves y frecuentes.
El alza de un metro, tan sólo en los 48 estados más bajos del país, sumergiría unos 64 mil 750 kilómetros cuadrados de territorio, de acuerdo con Jonathan Overpeck, director del Instituto para el Estudio del Planeta Tierra en la Universidad de Arizona. Ese territorio es casi cuatro veces la superficie de Suiza.
El cálculo de la Agencia de Protección Ambiental prevé la pérdida de unos 57 mil kilómetros cuadrados. La dependencia, que realiza estudios sólo en las costas del este y del Golfo de México, determinó que Louisiana, Florida, Carolina del Norte, Texas y Carolina del Sur perderán la mayor cantidad de superficie.
Las inundaciones ocurridas a mediados de este año en el tren subterráneo de Nueva York podrían volverse más comunes, incluso diarias, señalan otros científicos. Y experiencias tales como la del huracán Katrina en Nueva Orleans y la pérdida diaria de los humedales en Louisiana -que sirven como una barrera que debilita a los huracanes- son otros riesgos.
ONU analiza cómo frenar el cambio climático
Líderes de 80 países se reunirán hoy en las Naciones Unidas para analizar el calentamiento climático y qué medidas deben tomarse para frenarlo.
La reunión sin precedentes tiene lugar pocos días después que un grupo de científicos estadounidenses reportó que las elevadas temperaturas han derretido la capa de hielo del océano Artico y lo han reducido a su menor tamaño.
“Espero que el encuentro del lunes exprese la urgencia que existe para el proceso de negociación que se necesita”, declaró el jefe de cambio climático de la ONU, Yvo de Boer.
El presidente estadounidense George W. Bush, que desde hace tiempo se opone a negociar una limitación a las emisiones de los gases invernadero causantes del calentamiento global, no asistirá en los encuentros del día. En cambio, estará en una cena patrocinada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, a la que asistirán figuras claves.
En la ONU se analiza un esfuerzo focalizado en la conferencia anual de cambio climático de diciembre en Bali, Indonesia, para lanzar las negociaciones en busca de llegar a un acuerdo de reducción de las emisiones que suceda al Protocolo de Kyoto en 2012.
El pacto de Kyoto de 1997 -que Estados Unidos rechaza- requiere que 36 países industrializados reduzcan un promedio del 5% las emisiones de dióxido de carbono y otros gases invernadero antes del año 2012. Esos gases son liberados por plantas generadoras de energía y otras industrias y por fuentes agrícolas y de transporte.
El Delta del Nilo también peligra
Si no se pone límite al calentamiento global y se mantienen los pronósticos sobre el aumento en el nivel de los mares del mundo, Egipto podría enfrentar una situación catastrófica con la inundación del Delta del Nilo.
Millones de egipcios podrían verse obligados a abandonar permanentemente sus hogares y el país estaría seriamente incapacitado para alimentar a su pueblo.
Esa es la terrible amenaza que se cierne sobre este país empobrecido y superpoblado para fines de siglo, si se mantienen los actuales pronósticos sobre el cambio climático.
El Banco Mundial dice que Egipto es particularmente vulnerable a los efectos del calentamiento global y advierte que enfrenta consecuencias potencialmente “catastróficas”. “La situación es seria y requiere atención inmediata. Toda demora significará pérdidas adicionales”, afirmó Mohamed el-Raey, científico ambiental en la Universidad de Alejandría.
Un motivo importante es la vulnerabilidad de la canasta alimenticia básica de Egipto: el delta del Nilo, un triángulo de tierra rica y arable en la que el Nilo se abre en abanico para desembocar en el Mar Mediterráneo.
Aunque el Delta sólo representa el 2.5 por ciento de la superficie de Egipto, alberga a más de un tercio de sus 80 millones de habitantes.
El Delta ya estaba en peligro, amenazado por los efectos secundarios de la represa de Asuán. Aunque la represa, completada en 1970, genera la electricidad tan necesaria para el país y a la vez controla las inundaciones del Nilo, también impide que el sedimento nutriente reponga el suelo erosionado del Delta.
Si a eso se añade la amenaza climática, el Delta enfrenta nuevas incertidumbres que podrían tener un efecto potencialmente devastador en Egipto.
Los científicos pronostican por lo general que el Mediterráneo, al igual que los demás mares del mundo, subirá entre 30 centímetros y un metro para fines de siglo e inundará las zonas costeras del Delta.
Las aguas del Mediterráneo ya han estado subiendo 0.2 centímetros por año en la última década, lo que ha inundado parte de la costa egipcia, dijo el-Raey.
Para 2010, el alza de las aguas podría barrer con las playas arenosas que atraen a millares de turistas. También correrían peligro los tesoros enterrados que los arqueólogos siguen descubriendo en la antigua Alejandría, alguna vez la segunda ciudad más importante del imperio romano.
Pero esas pérdidas empalidecerían ante el impacto de la peor posibilidad que pronostican algunos científicos: un calentamiento global que inesperada y rápidamente disuelva las capas de hielo de Groenlandia y el oeste de la Antártida.
Si esto ocurre, las aguas del mar podrían subir en unos 4.9 metros, lo que causaría una devastación masiva en la región, según un estudio del Banco Mundial difundido este año.