Los recientes triunfos del Partido Revolucionario Institucional en Zacatecas, Durango y Chihuahua concentraron la atención nacional en el PRI, y no sólo –como antes- sobre sus reconocidos defectos de fábrica y fallas de mecánica operativa; también admiró el restablecimiento de su salud política: estos comicios demuestran que el PRI no estaba muerto en 2006, nomás medio atarugado…
Las elecciones del domingo primero de julio en Zacatecas, Durango y Chihuahua evidenciaron la falsa unidad de la izquierda en torno del Partido de la Revolución Democrática. El PRD resultó el gran perdedor en las urnas. Ahora el PRI gobernará más del 61 por ciento de la población en las tres entidades norteñas, mientras que el PRD habrá de conformarse con el “control” de un 8 por ciento de los gobernados.
Ensangüichado entre PRI y PRD quedó Acción Nacional con un 27 por ciento de dominio electoral, mientras que el pobrecito Partido del Trabajo sólo tuvo un 4 por ciento; eso gracias al apellido Monreal, ya que David, el hermano del activista de AMLO, ganó la presidencia municipal de Fresnillo. Ricardo, el ex gobernador de Zacatecas, se había tornado una agudísima cefálea para doña Amalia García, actual gobernadora perredista de aquel Estado, a la cual Monreal abrumó y mortificó en el afán de dar empleo a toda su parentela.
La insuflada personalidad de Ricardo Monreal Ávila amenaza ahora, según ha declarado su fraterno David, conformar un partido “monrealista” cuya base principal sería la abundante parentela, afín y consanguínea más los “incontables” seguidores del ex priista, ex perredista y futuro monrealista. Ricardo no es el primero ni el último político egocéntrico (¿no es una redundancia?) que forme un partido de familia, obtenga su registro en el IFE y mantenga su existencia legal por alcanzar un mínimo porcentaje de votación en los comicios en que participe. Así, además cobrará los cuantiosos apoyos económicos que otorga nuestra incipiente democracia quienes actúan como “patiños” de los tres grandes partidos nacionales.
El incipiente “monrealismo” no habla en el vacío ni se dirige a las nubes: David Monreal quien ganó la alcaldía de Fresnillo al Partido de su hermano Ricardo, el PRD –y cinco municipios más— con lo cual alardea de controlar a miles de priistas, panistas, ecologistas y petistas; en unas palabras, para fundar ese partido sólo le falta formalizar la solicitud de registro y que sea resuelta o denegada la expulsión de Ricardo Monreal por el PRD, acusado de traición por jugarle abiertamente las contras.
Pero el actual senador perredista por Zacatecas nunca se ha comido las uñas: previamente había abierto otra puerta en el laberinto por si el monrealismo zacatecano no llegaba a cuajar en partido; o en requesón, lo cual es más viable y fungible que el propio presupuesto electoral... La otra salida sería integrar “de facto” una alianza de izquierda con el PT, Convergencia, PRD y algunos elementos del PRI. Ocioso es, sin embargo, hablar de esto: es tiempo pasado.
Mejor digamos lo que sucedió en Durango y en Chihuahua. En la cuna de Pancho Villa el PRI superó su anterior porcentaje de control: del 76 por ciento del electorado al 87 por ciento. El PAN lo redujo del 22 por ciento al 10 por ciento en el estado de Chihuahua, mientras que en Zacatecas, ya lo dijimos, el PRD vio reducir su influencia electoral desde el 67 por ciento de la población a un 32 por ciento, menos de la mitad de su anterior logro.
Poco a poco, aprovechando su discreto protagonismo legislativo, el PRI avanza en su reorganización electoral; a fin de cuentas esto es lo que le va a dar votos en las subsiguientes elecciones locales y federales. Ahora sólo le falta construir un prospecto de candidato presidencial para 2012 que hable para convencer y no para disuadir como sucedió con los candidatos de 2000 y de 2006. Ya basta de aventuras, es necesario escribir la verdadera historia...