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Bahamas, el engaño para trabajadores mexicanos

A principios de agosto siete trabajadores mexicanos denunciaron que los obligaron a laborar sin salario cerca de tres meses para pagar su regreso. (El Universal)

A principios de agosto siete trabajadores mexicanos denunciaron que los obligaron a laborar sin salario cerca de tres meses para pagar su regreso. (El Universal)

El Universal

Varios mexicanos fueron llevados con engaños a las Bahamas para trabajar en la construcción de un complejo de lujo llamado Bimini Bay Resort.

Primera de dos partes

En la punta norte de esta pequeña isla hay dos mensajes escritos sobre el madero de una palapa solitaria: “Aquí nos vamos a morir” y “Nunca regresaremos”.

Es un hecho que en momentos de encierro, las personas pintan su depresión. Los mensajes habían sido escritos por mexicanos que fueron atraídos con engaños a este pedazo de tierra para trabajar en la construcción de un complejo de lujo llamado Bimini Bay Resort, en el que algunas casas alcanzarían un costo de dos millones de dólares.

Varios trabajadores entrevistados hablaban de “cumplir” con su trabajo como si se tratara de una condena carcelaria. “No más porque ya estamos aquí, ya nos chingamos”, dijo Roberto un ayudante de albañil que tomó la decisión de aguantar hasta diciembre con el fin de evitar que le fueran cobrados tres mil dólares —en efectivo o con tres meses de trabajo— por concepto de incumplimiento de contrato y gastos de retorno.

Muchos de los trabajadores fueron llevados entre los meses de enero y mayo de este año, en vuelos privados que contrató la empresa Rav Bahamas, que lleva a cabo con la supervisión del cubano de Miami Gerardo Capo. El proyecto, que se estima costará 850 millones de dólares, convertirá a la isla más pequeña de Las Bahamas, ubicada a 35 minutos de vuelo de Miami, en el paraíso de propietarios de yates lujosos de pesca deportiva, principalmente de la Florida.

La embajadora de México en la Bahamas, Leonora Rueda, confirmó que en las visitas realizadas a la isla se detectó que la empresa les retenía los pasaportes porque temía que les dejaran el trabajo “botado”. Y que si algún trabajador decidía regresarse le hacían pagar el incumplimiento de contrato. “Quizá lo que está mal es que los contratos laborales no establecen los derechos ni las obligaciones. El contrato no es claro, transparente y preciso”. La diplomática dijo que uno de los problemas principales es que había contratistas y subcontratistas. Aunque Rueda negó que hubiera condiciones de esclavitud.

Los contratistas mexicanos que engancharon a los trabajadores son Ramón Guapilla, del municipio Pedro Escobedo, Omar y Camerino de San Juan del Río y Felipe López de Iztapalapa.

La noticia se dio a conocer en los primeros días de agosto cuando siete trabajadores que retornaron a sus comunidades, denunciaron ante el diputado local Jaime Escobedo Rodríguez, que les obligaron a laborar sin salario cerca de tres meses para pagar su regreso.

Se referían a los contratistas como una red de traficantes y explotadores de personas que operaban bajo el respaldo del cubano Capo. El queretano Mauricio Santos dijo: “Nos hicieron firmar un contrato escrito en inglés sin darnos cuenta que ahí autorizábamos al capataz a cobrar los salarios en nuestro nombre. Cuando llevábamos un mes trabajando y sin haber recibido pago alguno, decidimos ya no trabajar más, lo que causó que nos maltrataran, insultándonos y dándonos solamente una comida al día”.

Algunos de los trabajadores que continúan en la isla, confirmaron lo de los tres meses de trabajo sin salario a cambio de ser regresados. Además aseguraron que no les dejaban salir del complejo en horas de trabajo, a menos que contaran con un permiso especial y que durante los meses que llevaban trabajando tenían una dieta diaria de arroz blanco y pollo todos los días.

Los denunciantes mexicanos —que aseguraron vivir en un encierro y sentirse como secuestrados, además de trabajar en condiciones de esclavitud— señalaron a Leonarda Olivera Torres como la mujer que los enganchó en el municipio queretano de Pedro Escobedo y que les aseguró ganarían de 13 mil a 16 mil pesos al mes.

En información obtenida, en varias páginas de Internet de bolsa de trabajo, un señor con el nombre de Lázaro Chávez con número de celular (984-128 4789) del Estado de México, prometía salarios para expertos y equipos pesados de construcción entre 400 y 600 dólares a la semana, un aumento a los seis meses “según resultados” y un bono de fin de año.

En las páginas Web Computrabajo y Toditolaboral se buscaban maestros de obra negra y maestros carpinteros con todo y su cuadrilla con una paga de entre 20 mil y 50 mil dólares por contrato de un año, según la “tipología” de la casa a construir. El mismo señor Chávez apareció como el “empleador”.

La realidad es que varios de los trabajadores entrevistados en la isla aseguran que fueron engañados. “A muchos les ofrecieron 300 dólares base a la semana más los extra, pero al final le dieron lo que quisieron. “Si hubiera sabido que me iban a dar eso, no vengo”, dice el albañil Roberto.

En la isla había más de 120 mexicanos y hoy resisten 65 trabajadores originarios del Estado de México, Chiapas, Querétaro y del Distrito Federal. La historia del obrero mexicano de Bimini Bay Resort —percibida por algunos de ellos como pesadilla, de engaños, explotación y violaciones a los derechos laborales internacionales— llevó a un integrante del Ministerio de Trabajo de Bahamas a realizar una visita.

El maestro albañil Antonio Alcántara aseguró que con la ayuda de un intérprete, el funcionario les dijo que podían regresar a su casa en el momento en que ellos lo creyeran conveniente y que la empresa tendría que pagar los gastos de traslado. También les confirmó que podían salir del complejo laboral a la hora que quisieran sin requerir permiso previo alguno. Y que por ningún motivo la empresa o los contratistas tenían que tener bajo resguardo sus pasaportes. “Regañaron a Capo”, dijo otro trabajador mexicano.

Varios trabajadores aseguraron que representantes de la Embajada de México en Bahamas, con sede en Jamaica, visitaron el complejo y les prometieron a los que quisieran regresarse ir por ellos, pero jamás aparecieron.

“Ese día limpiaron los dormitorios y por primera vez los baños olían a cloro”, dijo otro trabajador que prefirió no dar su nombre.

La embajadora mexicana en Bahamas, Leonora Rueda, quien aseguró que la visita la llevó a cabo el cónsul José Luis Delgado, dijo que se entregó un informe a las autoridades de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la Ciudad de México. Dijo que las visitas se realizaron desde marzo pasado, pero que nunca recibieron una queja por escrito de parte de los trabajadores. La funcionaria dijo que desde entonces hubo muchos trabajadores que se regresaron por su propio pie, pero asegura desconocer si tuvieron que pagar sus gastos de regreso.

El representante del grupo que lleva a cabo el proyecto, Mercedes Thomas Capo, ha negado todas las acusaciones de maltrato y trabajo extenuante. Pero los trabajadores hacen jornadas de 7:30 de la mañana a las 5:30 de la tarde. La mayoría de ellos labora sin un permiso de trabajo en la isla por lo que los problemas para enviar dinero se incrementan. Trabajan sin casco, sin arnés de seguridad para construir los techos de las casas. El caso del mexicano David Alejandro González, quien se cayó del techo de una de las casas que construía es un prueba de la falta de medidas de seguridad.

En la isla Bimini, los trabajadores resisten. “Vinimos engañados, nos dijeron que ganaríamos más de 15 mil pesos al mes y dijimos está ‘rebién, pero cuando llegamos aquí nunca los vimos. Sufrimos el calor, deshidrataciones y cómo regresarnos. Yo por tan poquito dinero, prefiero regresarme y estar cerca de mi familia. Si hubiera sabido, no vengo”, dice Roberto, ayudante de albañil.

Su compañero Leonardo asegura que la isla parece una prisión: “Y nada de regresarse porque hay que pagar tres mil dólares o tres meses de trabajo. Mucha gente pagó y se regresó”. Ambos esperarán hasta diciembre cuando el contrato concluya. Lo cierto es que el regreso vía Cuba-Cancún Ciudad de México, sobrepasa sólo un poco más de los 10 mil pesos.

“Los jefes de la empresa les dan preferencia a los contratistas, les permiten hacer lo que quieran con tal de que les lleven gente. Ellos te dicen hay un buen jale, te vas con salario base y si le echas ganas sale más, pero al final te dicen que los precios están bajos y que no salió el dinero prometido”, dice Antonio Alcántara, un albañil que llevaba puesta la camisa de la selección nacional mientras documentada su equipaje en el aeropuerto de la Isla Nassau, en las Bahamas.

En la siguiente entrega, historias de vida y trabajo de los mexicanos que se contrataron por un año para construir, bajo los rayos del Sol, en una isla de no más de 20 kilómetros de tierra. Sus condiciones de trabajo ante el cobijo de un empresario de origen cubano que enfrenta un juicio por evadir un pago a una empresa a la que alquiló un yate con valor de 5.5 millones de dólares. Se incluye la historia de David Alejandro González, un obrero que se cayó de un techo y su caso fue omitido ante las autoridades locales e internacionales. Historias encontradas de denuncia y resignación y sometimiento ante la falta de oportunidades en un país que expulsa mano de obra barata.

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