Entre 2005 y 2007, México bajó del sitio 16 al 19 en las preferencias de los inversionistas a nivel mundial, de acuerdo con el Índice de Confianza sobre la Inversión Extranjera Directa (IED), que realiza la consultoría AT Kearney, descenso que es atribuido a la falta de reformas para mejorar el clima de inversión.
El director general de AT Kearney México, Ricardo Haneine, dijo que de 1998 a 2003, México se ubicó a nivel global entre los diez primeros lugares en el Índice de Confianza IED, y alcanzó su mayor nivel en 2003, cuando alcanzó el tercer sitio, ante la expectativa de reformas.
Sin embargo, ante la ausencia de cambios estructurales, a partir de 2004 inició un descenso en las preferencias de los inversionistas, al ubicarse en el lugar 22, en el 16 en 2005, y retrocedió al sitio 19 en 2007, entre los 25 destinos más atractivos para la IED.
Explicó que el retroceso de México en la atracción de IED a partir de 2004 se debió al “desencanto de que no se logró nada” en materia de cambios estructurales en la economía nacional, sino hasta este año, cuando se aprobaron las reformas fiscal y al sistema de pensiones.
A nivel global, los cuatro países que se ubican en los primeros sitios del Índice de Confianza sobre la IED 2007 son China, India, Estados Unidos y Reino Unido, los cuales mantuvieron la posición que ocuparon en 2005.
En rueda de prensa, Haneine señaló que en 2006 la Inversión Extranjera Directa hacia México sumó 19 mil millones de dólares y se estima que este año llegue a 23 mil millones de dólares, pero este monto podría mejorar si el país sigue por la senda de cambios estructurales, resaltó.
Haneine estimó que con el Programa Nacional de Infraestructura, que involucra una inversión de 2.532 billones de pesos de 2007 a 2012, y si se aprueba la reforma energética, México podría atraer IED por seis mil millones a 10 mil millones de dólares adicionales.
Consideró que la reforma energética por aprobarse debería abrir más la generación de energía eléctrica, permitir comprar energía para la distribución y la comercialización hasta el punto final, y manejar a Petróleos Mexicanos (Pemex) con criterios de empresa privada.
