Las ventas de carne bajaron 35 por ciento en esta temporada de calor, debido a que la gente ha gastado en graduaciones, vacaciones y la Feria de Vicente Guerrero.
VICENTE GUERRERO, DGO.- Los gastos de las graduaciones, vacaciones y la pasada Feria de julio son factores que influyen en las bajas ventas de la carne, además de ser un reflejo de la falta de fuentes de empleo y pobreza.
La gente está muy gastada, además no hay mucho de dónde obtener dinero para incluir a la dieta de la familia la carne, aun y cuando se mantiene al mismo precio desde hace tres años debido a las restricciones en la exportación de ganado a Estados Unidos, afirma el tablajero Sergio Mier Nava.
Durante esta temporada de verano la venta de carne se desplomó 35 por ciento, los locales se ven poco concurridos; es el ciclo de cada año, afirma Mier, de la carnicería “Bar Calilos Bar”, al interior del Mercado Municipal Abel Núñez.
Seguramente en estos momentos es un lujo para los pobres comer pulpa o cocido, pues hablar de cortes finos ni pensarlo, señalan las amas de casa Amparo Alcántar y Patricia Nevárez, entrevistadas cuando hacían sus compras en el mercado.
Mier comenta que la temporada buena es de noviembre a febrero, cuando se puede vender hasta 20 canales de res por semana y la mala viene en el calor, cuando las familias tienen gastos ineludibles como la terminación de estudios de sus hijos, vacaciones y de paso en Vicente Guerrero se presenta la Feria; entonces, apenas se venden 13 canales en siete días.
De acuerdo con las observaciones y comentarios, los hermanos Mier venden calidad y por ello se les entrevistó tomando en cuenta la coincidencia de otros negocios similares; aquí la pulpa vale 56 pesos el kilogramo y 35 el cocido, se habla de reses de engorda, tienen sus clientes, algunos menos afortunados lo hacen de vez en cuando.
Doña Amparo dijo tener cinco hijos y se disponía a comprar un cuarto de cocido; “bueno, para hacerlo rendir, dijo, es cuestión de milagros, sabe, hay muchas necesidades, no hay para tanto”, la despachan y sale por los angostos pasillos del mercado, perdiéndose entre la gente de todos los niveles sociales.
Los negocios se sostienen con sus pocas ventas, ya conocen el ciclo de las ganancias, a lo que Mier expone: “Si aumentamos los precios, la situación sería peor; los incrementos de insumos como la energía eléctrica de alguna manera los amortiguamos a sabiendas de que merman las utilidades, pero nos conservamos activos”.
Durante tres años los precios de la carne son los mismos, pues el cierre de fronteras a la exportación y después las medidas drásticas para pasar el ganado a Estados Unidos han generado que los introductores decidan vender sus hatos en el estado e interior del país, manteniendo los costos.
Falta infraestructura al rastro
Los tablajeros pagan 215 pesos por el sacrificio de cada res al Rastro Municipal de Vicente Guerrero, tal como si fuera Tipo Inspección Federal (TIF), cuando sus instalaciones dejan mucho qué desear.
Sergio Mier Nava comenta que el servicio del rastro es bueno en cuanto a higiene y puntualidad, pero nadie puede negar las carencias en infraestructura.
El rastro carece de una cámara fría, elemental para elevar la calidad de la carne, transporte digno de una ciudad próspera como Vicente Guerrero y corrales de selección.
Todas estas necesidades se deben atender en la próxima administración municipal, ya que la presente no logró ese objetivo.
Por otro lado, los tablajeros carecen de una asociación; desde hace tiempo cada quien trabaja por su cuenta. Finalmente, señalan que no tiene caso estar agrupados, pues no lograban ningún beneficio.
