Antonio Banderas. (Archivo)
MADRID, ESPAÑA.- El cuadro preferido de Simon West es el último que pintó Dalí: La Cola de la Golondrina (1983). “Es irónico que el último sea el más simple de todos”, dice el director inglés afincado en Hollywood, mientras intenta dibujar, sin éxito, los trazos de la obra, inspirada en la teoría de las catástrofes del matemático francés René Thom. Retratar a Dalí no es tan fácil como parece, pero West, (director de Con Air y la primera Tomb Raider) se atreverá a partir de octubre con un biopic que se extiende por toda la vida del longevo pintor catalán (1904-1989).
El proyecto costará 22 millones de euros; el 30 % a cargo de la productora española MPC. Rodarán en inglés, pero en España y con un protagonista de la tierra, lo más probable, Antonio Banderas.
“Estamos negociando, en un par de semanas daremos el nombre definitivo”, se escaquea West, que hoy va camino de Cadaqués. La actriz que hará de Gala depende del protagonista. “La suya es la gran historia de amor por contar”, dice West, “larga, complicada e intensa como la de Sid y Nancy”.
Dalí será “una película de fantasía para adultos, como El laberinto del fauno pero sin la violencia ni la oscuridad”, dice el director, que planea incluir escenas generadas por ordenador para recrear las obras del surrealista en tres dimensiones.
¿Y cumplir así el sueño infantil de entrar en un cuadro, de tocar los relojes derritiéndose? “Exacto”, dice West, “los adultos cada vez queremos resistir más siendo niños, la gente no quiere ver un aburrido documental sobre Dalí, pero tampoco le satisface un filme infantil como Shrek tercero.
Esta será la película que hubiese hecho Dalí, tiene toques surrealistas, incluida una escena musical dentro de un cuadro en la que canta Buñuel”. “El humor de Dalí era maravilloso, no era el típico artista atormentado”, añade West, “quiero que el filme sea divertido, como asistir a una de sus fiestas; Dalí quería volver al siglo XVI, cuando los artistas formaban parte de la corte, en ese sentido fue un precursor de genios mediáticos como Andy Warhol o Damian Hirst; por supuesto, tiene su lado mercantilista, cuanto más famoso eres más arte vendes”.
Lo que más sorprendió al director mientras se documentaba fue la dualidad entre el Dalí público y el privado: “He visto cientos de entrevistas y al final aprendes a vislumbrar grietas en el personaje que se creó”.
West conocía a Dalí por su madre, profesora de arte, pero no era santo de su devoción (“demasiado perturbador”). Aún así, cuando un joven guionista llamó a su puerta con Dalí bajo el brazo, le intrigó y se tomó la molestia de leerlo (“Estas cosas todavía pasan en Hollywood, aunque lo normal es que te den con la puerta en las narices”, dice West). Según el director, el guión se ciñe a la historia real, salvo ciertas licencias poéticas como las conversaciones entre Gala y Dalí.