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Beatifican al primer indígena argentino

El secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, enviado por Benedicto XVI, fue el encargado de realizar la primera beatificación realizada en suelo argentino del indígena Ceferino Namuncurá. (AP)

El secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, enviado por Benedicto XVI, fue el encargado de realizar la primera beatificación realizada en suelo argentino del indígena Ceferino Namuncurá. (AP)

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Ceferino Namuncurá dio el primer paso en el camino a la santidad un siglo después de su muerte.

En un emotiva ceremonia que combinó rituales mapuches y liturgia católica, fue beatificado ayer Ceferino Namuncurá, el primer indígena argentino en ser llevado a los altares, ante miles de peregrinos llegados a este remoto poblado de la Patagonia.

“Apoyado en nuestra protestad apostólica declaramos que el venerable siervo de Dios Ceferino Namuncurá, laico cristiano, alumno de la congregación salesiana, que con su vida fue modelo para muchísimos jóvenes, en adelante llevará el nombre de beato”, se pronunció en español el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, enviado por Benedicto XVI. Esta fue también la primera beatificación realizada en suelo argentino.

Namuncurá (188605), hijo de un legendario cacique mapuche y una cautiva chilena, dio el primer paso en el camino a la santidad un siglo después de su muerte merced a la sanación de una joven que padecía un cáncer terminal, que le atribuyen como milagro. Si ahora la Iglesia le comprueba un nuevo milagro, podrá ser canonizado.

En este pequeño poblado de 5 mil habitantes en la provincia de Río Negro, a unos mil kilómetros al sur de Buenos Aires, nació el beato. La localidad se vio conmovida con la llegada de oleadas de hasta 80 mil creyentes, miembros de la comunidad mapuche; más de 40 obispos de Argentina y otros países del continente y el vicepresidente Daniel Scioli.

Además de Bertone, estuvieron los cardenales Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y el hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y el obispo de la Diócesis de Temuco, Chile, monseñor Manuel Camilo Vial Risopatrón, acompañado por 400 mapuches de ese país.

En el amplio escenario montado sobre un islote rodeado por las aguas del río Colorado, el blanco de las sotanas de los prelados se mezclaba con las vestimentas y adornos típicos de un grupo de indígenas descendiente de Namuncurá.

Las mujeres con medellas -una corona con incrustes de plata de la que salen cintas de colores que representan la tierra, el agua, el aire y el fuego- y los hombres con equillas (ponchos), ubicados junto a una imagen de Ceferino hecha de madera dorada.

CEREMONIA

En la primera parte de la ceremonia, una delegada mapuche dijo en su lengua dirigiéndose al cardenal Bertone que “en nombre de nuestro pueblo pedimos al Santo Padre que escriba en el libro de los beatos a Ceferino”.

“En esta tierra Ceferino hizo su opción. Sin olvidar el dolor de sus hermanos se dejó guiar por la mano de Dios”, sostuvo Bertone, quien finalizó la ceremonia de más de dos horas con un poncho de lana tejido por mapuches. A su vez el cardenal le entregó a un descendiente de Namuncurá una bendición escrita del Papa.

La “Campaña del desierto”, un plan gubernamental para exterminar a los indígenas a fines del siglo XIX con el objetivo de conquistar sus territorios, se aprestaba a derrotar a los mapuches, cuyos dominios se extendían en el sur de Argentina y Chile, cuando nació Ceferino, hijo del cacique y la cautiva chilena Rosario Burgos.

Ceferino, al ver la situación de marginalidad y miseria de su pueblo tras la capitulación de su pueblo, le pidió a su padre que lo llevase a Buenos Aires para estudiar y así “serle útil a su raza”, según la historia oficial.

Ayudado por los salesianos, de fuerte presencia en esa zona, cursó estudios en Buenos Aires en el mismo colegio del que por entonces también era alumno Carlos Gardel.

Pese a las dificultades del idioma y a haber contraído tuberculosis, superó el primer nivel de enseñanza y luego inició los estudios sacerdotales. Destacado seminarista, fue enviado a Roma a perfeccionarse y fue recibido por el Papa Pío X, quien nunca había conocido a un mapuche.

Murió allá a los 18 años antes de ordenarse como sacerdote. En 1972 el Sumo Pontífice lo declaró “venerable”.

En el año 2000 se constató el milagro requerido para su beatificación con una mujer devota de Ceferino que se curó de un cáncer de útero terminal y luego dio a luz a tres niñas.

“Hubo médicos que me dijeron ‘no puede ser’. Pero nunca me lo supieron explicar científicamente”, relató antes de la ceremonia Valeria Herrera.

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