Una investigación de cuatro años determinó en Estados Unidos que el beisbolista Barry Bonds mintió ante la autoridad federal al negar el uso de esteroides para mejorar su rendimiento deportivo.
El controversial pelotero podría ser sentenciado hasta treinta años de prisión por el delito de perjurio.
El ex jugador de Gigantes de San Francisco, ahora en calidad de agente libre, declarará el siete de diciembre sobre estas pesquisas y de acuerdo a especialistas será difícil hundirlo en la cárcel, aunque la acusación puede poner fin a su brillante carrera deportiva.
Bonds es el campeón en cuadrangulares en una temporada con 73 y el máximo jonronero en la historia de las Ligas Mayores al llegar este año a los 762 de por vida y superar por siete la marca de Hank Aaron.
Desde que se concentró en batir la marca por temporada en 2001, las autoridades federales iniciaron las indagaciones para detectar a los beisbolistas que usaban esteroides, entre ellos Barry Bonds, cuyo entrenador Grez Anderson acaba de abandonar la prisión luego de una corta condena por administrar este tipo de sustancias prohibidas.
El fantasma de un récord falso y alterado ha acompañado a Bonds a lo largo de sus últimas campañas. En San Francisco el afecto del público es notorio pero en el resto de los estadios de las ligas mayores Bonds es recibido con sonoros abucheos y chiflidos.
Pero a pesar de las evidencias que apuntan a su culpabilidad en el uso de esteroides, Bonds no ha sido suspendido del beisbol profesional ni procesado por la justicia.
Algo similar ocurrió en el escándalo que protagonizó el dominicano Sammy Sosa, quien años atrás fue sorprendido jugando con bates de corcho, pero tampoco fue expulsado de las ligas mayores a pesar de su conducta tramposa.
De ser reales las acusaciones, la conducta de Bonds es muy grave tanto por el uso de las sustancias prohibidas como por mentir en una pesquisa federal, no obstante sentenciarlo a veinte o treinta años de prisión sería francamente una exageración de la justicia yanqui.
El uso de esteroides se ha extendido tanto en el deporte internacional que resulta imposible frenarlo sólo a través de procesos legales.
Pero además una sentencia abultada para Bonds sería por mentir al panel federal y no por el uso de los esteroides. ¿Por qué entonces no procesarlo por utilizar dichas sustancias si las evidencias indican su culpabilidad? ¿Y por qué esperar cuatro años cuando desde el principio se tenían evidencias de las acusaciones?
Esta investigación en contra de Bonds podría semejarse al caso del célebre Pete Rose, quien por realizar apuestas siendo manejador de un equipo profesional fue expulsado de todos los beneficios de las Ligas Mayores, incluyendo su derecho a ingresar al Salón de la Fama, en donde Rose tenía un lugar asegurado por su brillantísima carrera.
Vaya o no al cárcel, Bonds debió ser procesado hace tres o cuatro años por el supuesto uso de esteroides y no ahora cuando ya batió todos los récords de su especialidad. Y en tal caso debió quedar fuera de las grandes ligas para no engañar a los fanáticos ni burlarse del beisbol profesional.
No suena lógico que a estas alturas quieran ponerlo tras las rejas ya a toro pasado. Como dijo un aficionado de beisbol en Texas: “hay mucha violencia y delitos más graves en los Estados Unidos como para gastar tanto tiempo y recursos en perseguir a beisbolistas tramposos”.
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