Esta semana que transcurrió entre tensiones políticas en el mundo entero, Brasil en una muestra de soberanía y en busca de un bienestar social de los ciudadanos, se convirtió en la primera nación en el mundo en expropiar la patente de un fármaco, decisión que de inmediato levantó las más altas protestas por parte de la Federación internacional de la industria del medicamento, quienes bajo la consigna de que “ésta no es una solución que mejore el acceso a las medicinas” se mostraron indignadísimos ya que la medida del Gobierno brasileño pretendía dar fármacos anti-sida a más de 75 mil infectados en ese país y lógicamente esto afectaría a la multinacional Merck Sharp&Dhome, fabricante del medicamento. La patente que se suspendió fue la del medicamento Efavirenz, que está considerado como uno de los principales para combatir la infección del VIH, dentro de esta misma medida se anunció la importación de un genérico del fármaco que produce un laboratorio de la India cuyo costo es de menos de la tercera parte del original.
Brasil sustentó su decisión con la premisa de que gracias al alto precio de la medicina que toman más de 75 mil habitantes con VIH de los 200 mil que se calcula, viven en Brasil, pone en jaque la viabilidad del programa nacional del combate contra el Sida, que como dato curioso es uno de los más elogiados mundialmente ya que prevé la distribución de manera gratuita de millones de preservativos y claro los medicamentos que demandan los más de 200 mil habitantes enfermos, dentro de la distribución gratuita de las 17 medicinas que contempla el plan y que solamente ocho son producidas en Brasil.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en el momento que firmó el decreto de la suspensión de la patente, heroicamente comentó: “Estamos dando un paso importante y la decisión vale para este remedio y para cualquier otro cuando sea necesario. Hoy fue éste y mañana será otro. Si no conseguimos los precios justos, tomaremos esa decisión”.
Brasil que gasta cerca de 43 millones de dólares anuales con la importación del medicamento y la multinacional le cobra cerca de 1.59 dólares por unidad sin importar que el mismo medicamento lo venden en Tailandia a 0.65 dólares la unidad, era el único perjudicado, pero el genérico que ofrecen en la India a apenas 0.45 centavos por unidad le permitirá ahorrar a los brasileños 30 millones de dólares este año y unos 237 millones hasta el año 2012, cuando expire la patente.
Entre los dimes y diretes que se suscitaron entre el Gobierno brasileño y la multinacional, el presidente Lula da Silva dio una lección de soberanía y legalidad ya que de todas maneras continuó reconociendo el pago de la regalía de Merck, que equivale al 1.5 por ciento del valor, pero imponiéndose ante las burocracias privadas que siguen determinando cómo son y deben ser las políticas de los Gobiernos, sobre todo en los países “en vías de desarrollo” y medidas como éstas son una muestra de cómo deben ser trazadas las políticas, en este caso, de salud pública.
También se sentó un precedente para que las multinacionales farmacéuticas no sigan lucrando de manera exorbitante con países que no cuentan con la infraestructura necesaria para la producción de medicinas, con la excusa de que la expropiación de la propiedad intelectual frena el interés por la investigación que la ha convertido en una de las industrias que más da margen de ganancia a nivel mundial.
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