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Bruma, luego incertidumbre| A la ciudadanía

Magdalena Briones Navarro

La quinta realización del Foro Anual de Biodiversa en el Tecnológico de Monterrey, Campus Laguna, reunió excelentes ponentes y gran cantidad de público interesado en cuestiones ecológicas. Felicitaciones por su esfuerzo a organizadores y patrocinadores.

Por las conferencias a las que asistí, lo mismo que por noticias provenientes de otras fuentes públicas, el futuro próximo local y del mundo actual no es halagüeño; todo ello a resultas del mal trato y despilfarro que hemos dado a nuestros bienes comunes: agua, suelo, aire, etc. Además de un reparto inequitativo de tales riquezas, se ha conseguido su merma, envenenamiento e improductividad. Muchos de los lugares pródigos y bellos que nos fueron dados, no retornarán a sus estados originales después del trato que les hemos dado. Ahora, para colmo: el cambio climático.

Siendo tan grave lo que ocurre, llama la atención la poca presencia cívica, para contrarrestar iniciativas, actos, imposiciones, abusos, etc. que nos llevarán con más profundidad y extensión a seguir por la misma ruta destructora.

Bosques fríos y calientes, pastizales, humedales, manglares, marismas; minería; aguas superficiales y profundas, dulces, salubres y saladas; aire, etc., todo lo hemos contaminado y arrasado, sin responsabilidad, sin respeto hacia la vida. Aunque fuera cierta la mexicana expresión de que “la vida no vale nada” y deduciendo de ella que más valdrá no vivirla, ello no acredita al suicida humano a llevarse en sus deseos de muerte a todo lo existente.

Para algunos, este momento caótico, incongruente, del país, significa ganancias monetarias, que si no garantizan su propio desarrollo humano, menos el patrio, sí parecen ceñir a sus sienes el placer del poder; pero ¿qué rodea las sienes de quienes no tienen beneficio alguno y se ven aceleradamente desprovistos de los bienes comunes a los que tienen derecho?

Nacionalmente, conciudadano, cómo enorgullecerse de un país, segundo lugar mundial en corrupción y uno de los últimos en educación. Ojalá pudiésemos dar ejemplo de lo contrario, regalar al mundo ejemplos de probidad, eticidad, de justicia, de verdad; vivimos en, por y para la mentira, ¡fíjese en qué nos volvemos especialistas!: vetando el desarrollo real, personal y nacional con tal suficiencia. ¿Para qué sirven los superdifundidos eslogans de ingenio, religiosidad, unidad del mexicano?

Por supuesto, de algo tenemos que asirnos, pero finalmente caemos de la nube en que andamos. ¿Por qué no son suficientes los descalabros continuamente sufridos, para plantarnos en los hechos?

¿No le parece ininteligible tanto ruido para la defensa de la vida fetal, cuando no se pugna por conservar las condiciones de sustentabilidad para los ya nacidos y los que están por nacer?

En cuanto a la transparencia, tan publicitada, estamos calificados mundialmente en los últimos lugares.

Una sociedad cuya propia creencia existencial es brumosa, en donde cada quien vive su propia fantasía, no puede menos que atomizarse, descomponerse.

El ciudadano ya no cree en los demás, ni en las instituciones y trata de abrir callejones entre tanto quebranto, casi siempre sin salidas.

Las instituciones públicas se han demeritado a tal punto, que han tenido que surgir instancias paralelas, que eviten se plantee una crisis Sociedad-Gobierno.

Al decaimiento de la impartición de justicia, se creó una Comisión de Derechos Humanos la que sólo está autorizada para dar recomendaciones.

Ante la actuación del Instituto Federal Electoral de ejercicio tan cuestionado y las recientes actuaciones de la Suprema Corte de Justicia, el Congreso de la Unión está pidiendo la formación e instalación de Tribunales Constitucionales.

Recojo dos palabras emblemáticas de los “jipis”: “Amor y Paz”; las que no traduzco de ninguna manera como lujuria holgazanería, sino en lo que estas palabras significan realmente para la tranquilidad y solidaridad en una sociedad, añadiendo la traducción del fragmento citado en The Spirit Of Mother Earth, que retrata la lectura del mundo de algunas tribus norteamericanas:

“Para encontrar paz, debemos encontrar armonía. Deberíamos respetar la Madre Tierra y todas sus criaturas. Cuando lo hagamos, nuestras almas conseguirán su singularidad, nuestra relación y nuestra dependencia de la Tierra. Mientras el Sol brille y los ríos fluyan, la Tierra estará aquí para darnos vida”.

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