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Busca sólo las formas

EL UNIVERSAL

MÉXICO, DF.- A Spencer Túnick no le gusta que le llamen fotógrafo. Él se considera un artista plástico cuya obra no es la fotografía, sino las formas que crea al colocar a miles de personas desnudas posando a cielo abierto. “Quiero hacer arquitectura de la carne”, dice quien durante este mes tratará de reunir a cuatro mil mexicanos en algún espacio abierto del Distrito Federal.

Spencer es un neoyorquino que tiene su estudio en el quinto piso de un edificio en el poco pretencioso barrio de Tribeca. Quienes lo han visitado, dicen que las paredes del lugar están adornadas con las 65 fotografías de desnudos masivos que ha tomado en todo el mundo, pero que difícilmente se genera el ambiente de, digamos, un taller mecánico con sus calendarios de chicas desnudas. Más bien se trata de una decoración abstracta en la que un distraído o un miope no podría distinguir cuerpos desnudos.

Estudioso y amante del performance art (arte en movimiento o en el que suceden cosas), sus instalaciones humanas han sido tomadas por muchos como un deseo de desnudar al mundo entero y una estrategia publicitaria. Pero Spencer insiste en que pretende “crear una sensación de escultura en estos grupos de cuerpos”.

Spencer Túnick nació en Middletown, Nueva York, y debió ser un adolescente inquieto; acudió a una academia militar donde tuvo como compañero al hijo del gangster Jonh Gotti.

En su adolesencia, Spencer Túnick no era precisamente del tipo artístico, sino deportivo: pronto se convirtió en la estrella de basquetbol de la escuela. Gracias a ello era bastante consentido, pero allí también tuvo un evento de rebelión: organizó a la banda de guerra para que todos, con sus instrumentos, tocaran mientras subían y bajaban por la escalera de entrada al edificio, una especie de Pentágono en pequeño. Los directivos montaron en cólera por el escándalo y la desobediencia.

Al salir de la academia eligió el camino del arte y se decidió por el Emerson College, una escuela conocida en Estados Unidos por el clima de liberalidad que se alienta en la expresión de los alumnos.

Al graduarse, en 1988, comenzó a estudiar fotografía en el International Centre of Photography de Nueva York y al salir, comenzó a hacer retratos de desnudos individuales. A principios de los 90 viajó a Londres, donde comenzó a fotografiar personas sin ropa en la calle: una mujer en una parada de camión o a los estudiantes de la Escuela de Derecho en las escaleras de la misma.

Su primer fotografía colectiva la realizó en 1994, de regreso en Nueva York, frente al edificio de Naciones Unidas. “Fue la forma de expresar cómo me sentía después de la matanza entre tutsis y hutus, en Ruanda”. En aquella ocasión, solamente amontonó a la gente, unos encima de otros.

Esa fue una de las cinco veces en que lo arrestó la policía de Nueva York, donde exhibirse totalmente desnudo en las calles es ilegal. Como protesta, ideó una instalación que incluyó a 150 personas (desnudas, claro) formando una flecha que apuntaba hacia Washington, demandando su derecho a quitarse la ropa donde quisieran. Por cierto, nunca estuvo más de unas horas en prisión por su actividad artística.

Hay gente para todo

Todas las personas que Tunick ha fotografiado desnudas han sido voluntarias. En las mega instalaciones que organiza, dice que es muy fácil darse cuenta de quiénes se sienten incómodos o para quienes resulta una liberación. “Obtener la figura deseada lleva mucho tiempo y, además, hay que esperar la luz adecuada. La gente que aguarda lleva puesta una bata y cuando todas las condiciones son perfectas, algunos voluntarios pasan junto a ellos para recogerla. Entonces, aquellos de mente más abierta o que se sienten relajados, se la quitan, se acomodan y algunos hasta se quedan dormidos. Los que se sienten incómodos, empiezan a reírse o a hacer bromas”.

Mientras prepara sus escenarios, el artista se inspira escuchando música de Nirvana, su grupo favorito (de hecho estuvo muy deprimido después de la muerte del líder de la banda, Kurt Cobain), The Beastie Boys y Pavement.

En su sitio de Internet, Spencer suele recibir mensajes de personas que quieren que las retrate. “En una ocasión me escribió una señora de unos 50 años que, cuando llegué, se quitó la ropa y posó en ‘cuatro patas’. Cuando terminamos, me invitó a un almuerzo de su grupo de desnudistas espontáneos, personas que organizan fiestas o comidas donde la condición es asistir como Dios los trajo al mundo. No fui, pero todavía me los imagino en una especie de día de campo y me parece muy interesante”.

Ya como instalaciones artísticas, más que documentos sociales o de protesta, Tunick ha reunido para sus fotografías a unas 600 personas como mínimo (en Boston) y un máximo de siete mil, curiosamente en Barcelona, España.

Para publicitar una de sus exposiciones, Spencer pidió a dos actores de un grupo teatral que suele actuar “al natural” que se pasearan por un puente londinense. Cuando pasaban personas vestidas, éstos los volteaban a ver con sorpresa y Tunick tomaba la imagen. El resultado fue una divertida versión bizarra de la actitud de la gente ante la piel descubierta.

Aunque la desnudez pública en las ciudades continúa restringida y, en la mayoría de los casos, prohibida, la obra de Tunick ya ha generado seguidores. En Glasgow, Inglaterra, el fotógrafo Alistair Devine ha organizado performances con voluntarios en algunos bares de la ciudad. Completamente carentes de ropa, los participantes representan escenas cotidianas mientras el artista los retrata.

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