El País
MADRID, ESPAÑA.- Elton John, que quizás sea uno de los gays más combativos del mundo pero difícilmente candidato número uno a ganar un concurso de belleza masculina, no debe saber muy bien si sentirse halagado u ofendido por las palabras del archidiácono de Trinidad y Tobago, el venerable (ese es su título) Philip Isaac.
El cura caribeño ha sugerido que las autoridades del archipiélago caribeño de Trinidad y Tobago prohíban la presencia del cantante británico el mes que viene en un concierto en Tobago por temor a que los hombres de la isla “se contagien de su estilo de vida”. Es decir, Isaac teme que los machotes varones de la isla, que suelen entretenerse yendo a exposiciones de camiones gigantes, viendo lucha libre en la televisión y gritándoles a la chicas piropos tan dulces como “¡Vaya par de tetas!”, se vuelvan todos ellos homosexuales de una sola tacada por la mera presencia del cantante, que el año pasado se casó con su novio de hace muchos años, David.
El archidiácono, en unas declaraciones al periódico jamaicano Gleaner, le reprocha a Elton que su estilo de vida no se ajuste al principio bíblico de que “un hombre no debería yacer con un hombre”. Pero quizás sus palabras sean sólo una venganza por unas declaraciones anteriores del artista en las que se quejaba de que la Iglesia “promueve el odio contra los gays” y, aunque mostraba su respeto por los principios esenciales del cristianismo, se declaraba contrario a “la religión organizada”.
Aunque los organizadores del concierto han asegurado la presencia del cantante, las declaraciones del archidiácono pueden provocar protestas de grupos religiosos en una zona del mundo en la que la homofobia es moneda corriente. Mientras en Trinidad y Tobago las autoridades pueden prohibir la entrada de homosexuales declarados, en la vecina Jamaica algunos cantantes reclaman su asesinato y en Guyana se les condena a cadena perpetua.