Bush dijo creer que pese a las dificultades, la reforma migratoria será finalmente aprobada. (Archivo)
El mandatario estadounidense emprenderá el martes una gestión directa en el Capitolio para impulsar la reanudación del debate de una de sus mayores propuestas de gobierno: la reforma de inmigración.
El presidente de EU, George W. Bush, dijo hoy que tan pronto como regrese a Washington irá personalmente al Senado a intentar revivir la reforma migratoria, que a su juicio aún puede ser aprobada, pese al reciente revés sufrido en esa cámara.
"Mañana iré al Senado para hablar sobre cómo se puede impulsar ese proyecto de ley", prometió Bush, que viaja hoy de vuelta a Washington tras una gira de ocho días por Europa.
El Congreso de EU está a cinco minutos escasos de la Casa Blanca en automóvil, pero es raro que el presidente se acerque a las oficinas de los legisladores.
Por ello, su presencia en la Cámara Alta es un claro signo de que Bush está empeñado en que se apruebe la reforma migratoria, su objetivo principal de política interna en su segundo mandato.
Incluso mientras hablaba de cambio climático con la canciller alemana, Angela Merkel, durante la gira o del controvertido escudo antimisiles con el presidente ruso, Vladimir Putin, Bush tenía la oreja puesta en el debate sobre inmigración en el Congreso.
El presidente estadounidense habló por teléfono con algunos legisladores desde Alemania para discutir cómo revitalizar el proyecto de ley, que sufrió un revés en el Senado el 7 de junio al no lograr suficiente apoyo entre los republicanos para que se pudiera llevar a votación.
Estoy "defraudado de que el proyecto fuera bloqueado temporalmente", confesó hoy Bush. "Es importante que solucionemos este tema ahora", recalcó el presidente.
"Creo que podemos hacerlo, los miembros de ambos partidos han hecho muchos progresos para lograr un plan integral, que beneficia a la nación", dijo Bush.
Ese plan permitiría la legalización de los 12 millones de inmigrantes clandestinos que se cree residen en EU, al tiempo que aumenta la vigilancia en la frontera con México, entre otras medidas.
Bush dijo creer que pese a las dificultades, la reforma migratoria será finalmente aprobada.
"Os veré en la ceremonia de la firma de la ley", dijo Bush a los periodistas reunidos en el Museo de Arqueología de Sofía.
"Hemos dado dos pasos adelante sobre inmigración, dimos un paso atrás, y ahora yo voy a trabajar con los que están centrados en lograr una ley migratoria para dar algunos pasos adelante de nuevo", prometió.
Aunque importante, el empeño personal de Bush en pro de la reforma se ve deslucido por una popularidad que ronda tan sólo el 35 por ciento, lo que ha disminuido su influencia sobre los senadores.
Y algunos de ellos estarán pensando en otra cosa. Los legisladores demócratas pretenden impulsar hoy en el Senado un voto de retirada de confianza sobre el secretario de Justicia, Alberto Gonzales, al que acusan de cesar a ocho fiscales por motivos políticos.
Bush señaló que la iniciativa, que no es vinculante, es "una resolución política sobre mi fiscal general que no tendrá ningún efecto sobre si continúa en su puesto o no".
El presidente enfatizó que el Congreso "no determinará quién está en mi Gobierno".
"Yo seré quien decidiré si (Gonzales) hace bien su trabajo o no, no los que usan la oportunidad para hacer una declaración política con una resolución sin significado", dijo Bush.
Para que sea aprobada, la resolución que hoy presentarán los demócratas requiere 60 votos en el Senado, que son necesarios para limitar el tiempo del debate, de forma que no se prolongue indefinidamente.
Los demócratas controlan sólo 51 de los 100 votos en la Cámara Alta, 49 escaños ocupados por miembros de su propio partido y dos independientes que normalmente les respaldan.
Por ello, deberán lograr el apoyo de algunos republicanos, algo que los analistas consideran improbable.
