George W. Bush junto al primer ministro israelí Ehud Olmert, antes de la reunión que sostuvieron en el despacho oval de la Casa Blanca, en Washington, DC. (EFE)
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, afirmó hoy, al comienzo de una reunión con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, que "todas las opciones están sobre la mesa" para hacer frente al programa nuclear iraní.
"Mi posición no ha cambiado. Todas las opciones están sobre la mesa, pero espero que podamos resolver esto de manera diplomática", aseguró Bush en unas declaraciones a la prensa al inicio del encuentro en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
El mandatario indicó que entiende la preocupación israelí por el desarrollo del programa nuclear de la República Islámica, que Teherán asegura que tiene fines pacíficos, pero que Washington considera que tiene objetivos militares.
Bush señaló que Irán quiere desarrollar una capacidad atómica y destruir a Israel. "Si yo fuera un ciudadano israelí, me lo tomaría como una amenaza muy seria para mi seguridad", aseveró.
"Nuestro deber es mantener la presión" para persuadir a Irán de que se deshaga de su programa nuclear, destacó el jefe de la Casa Blanca.
Tras recordar las sanciones que ya ha impuesto el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, consideró importante que Teherán vea que desafiar a la comunidad internacional acarrea "consecuencias".
El diario The New York Times publicó el pasado sábado que la Casa Blanca es escenario de un intenso debate sobre la estrategia a seguir por Estados Unidos en el contencioso nuclear iraní, entre los partidarios de la solución diplomática y los que presionan por la opción militar.
El debate opone a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, con los pocos 'halcones' que quedan en la administración Bush, especialmente en la oficina del vicepresidente Dick Cheney.
El entorno de Cheney, según el rotativo, presiona para que se tome en mayor consideración la opción de atacar militarmente las instalaciones nucleares iraníes.
Las diferencias entre ambos puntos de vista se producen un año después de que Bush y Rice anunciaran una nueva estrategia sobre Irán, encaminada a unir sus fuerzas a la Unión Europea, Rusia y China para presionar a Teherán con el fin de que suspendiera sus actividades de enriquecimiento de uranio.