Caos y desesperación por ayuda en Perú
Cientos de damnificados por el terremoto que afectó esta zona de Perú salían de los escombros ayer para abalanzarse sobre carros que llevaban alimentos, en medio de la desesperación de otros miles de afectados en varias localidades.
El Gobierno peruano redobló ayer la presencia militar en la costa peruana para frenar la violencia y los saqueos como consecuencia del devastador terremoto del miércoles pasado.
El ministro de Defensa, Allan Wagner, dijo en Pisco, otra de las poblaciones devastadas por el movimiento telúrico, que la cifra de muertos ascendía a 540, mientras que la de heridos era de más de mil 500 y hay 80 mil damnificados.
Los pobladores de este lugar, a unos 230 kilómetros al sureste de Lima, permanecían acurrucados dentro de endebles cabañas fabricadas por ellos con palos y toldos de bolsas plásticas, tras la caída de decenas de casas de adobe.
Entre la polvareda y el brote de enfermedades respiratorias, niños, ancianos, padres y madres aguardaban la ayuda bajo el frío, mientras que algunos levantaron trincheras improvisadas en las calles para evitar que los extraños ingresen a robar lo poco que les queda.
Tras el anuncio del arribo de un envío de suministros, la gente se abalanzó a una pequeña camioneta que llevaba algo más de 60 bolsas con fideos, aceite, latas de atún, agua y arroz.
“No he comido nada más que unos dos vasos de leche. Yo vivo sola, pero estamos pidiendo algo de comida para los niños que tienen hambre. Nosotros también estamos afectados y no nos llega nada de ayuda”, dijo Libaña Sánchez, de 52 años, que luchaba por conseguir algo para sí entre la multitud. Indicó que la gente ha conformado patrullas civiles para evitar posibles asaltos.
Esta escena se repetía en Pisco, una de las más afectadas por el terremoto y en Ica, aledaña y también destruida.
En Pisco decenas de personas se abalanzaban a los camiones del Ejército que traían alimentos y se disputaban a golpes cajas de leche agua y latas de atún, ante la impotencia de efectivos militares que trataban de calmar a la gente en vano.
LABORES DE RESCATE
En Pisco, equipos de búsqueda y rescate colombianos, españoles, británicos y bolivianos se mantenían buscando sobrevivientes de entre los restos de una iglesia que sepultó a unas 200 personas, las cuales estaban en una misa cuando ocurrió el terremoto y se desplomó la construcción. En el lugar se han recuperado los cuerpos de más de 100 cadáveres y se rescató a tres sobrevivientes.
El presidente Alan García, en recorrido en esa ciudad ayer, pidió calma a la población y dijo que las masivas denuncias de saqueo “no son tantas. Es natural que luego del pánico, la gente piense que puede sufrir por delincuencia y hay una sensación de pánico, pero eso es una condición psicológica”.
Informó que la Policía ha reportado varios robos en carreteras para obtener alimentos y que desde Lima ya se han enviado más patrullas policiales “que tienen la orden de actuar con más severidad para quienes estén robando”.
En esa ciudad y en Ica, las denuncias de saqueo eran masivas. “No hay para comer. La gente está saqueando mucho”, dijo Marco Coila, un conductor de los populares mototaxis, en la ciudad de Pisco, arrasada por el terremoto de ocho grados del miércoles.
Agregó que la gente estaba robando incluso ganado y otros alimentos de granjas del lugar para alimentarse “porque los alimentos no están llegando”. La ministra de Comercio Exterior, Mercedes Araoz, admitió que la ayuda era insuficiente y añadió que los robos y saqueos seguirán siendo un problema.
En Ica, al menos 3 mil personas realizaban filas por más de tres horas en la plaza central de la ciudad, impacientes por llegar a los ansiados camiones de la municipalidad de allí. Los ciudadanos esperaban conseguir unas cuantas papas, latas de atún y agua para alimentarse.
Aquí imperaba el caos. Todos los negocios cerraron sus puertas, los alimentos para la venta se agotaron en las despensas de comercios y la única fuente de alimento eran los envíos de ayuda.
En las barriadas también se levantaron barricadas para protección, aunque la Policía dijo que las falsas alarmas de saqueo se habían realizado por el nerviosismo de la población.
La ayuda internacional continuaba arribando, con paquetes de ropa, carpas, cobijas, botellas de agua, e incluso perros de rescate para buscar posibles sobrevivientes o más cadáveres.
AUMENTAN VIGILANCIA
Tres días después del siniestro, las autoridades intentan poner orden ante las dificultades para distribuir la ayuda y ayer el Gobierno de Alan García anunció que mil soldados serán desplazados a la zona.
“Estamos duplicando el número de las Fuerzas Armadas, esperamos llegar al final de la tarde al número de mil efectivos”, dijo desde Pisco, la ciudad más devastada, el ministro de Defensa, Allan Wagner.
Actualmente hay unos 400 soldados en la zona que, junto a otros 600 policías, intentan frenar los saqueos, principalmente nocturnos.
También el presidente peruano se pronunció sobre la eventual ola de saqueos y anunció que se establecerá el orden de manera enérgica y advirtió que no se permitirá la acción de los delincuentes.
Sin embargo, descartó establecer un “toque de queda” porque -explicó- “la población colabora” con las autoridades en su intento de paliar la situación de los 80 mil damnificados.
“Vamos a establecer hoy el orden de manera enérgica, de la manera enérgica en que la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas pueden hacerlo”, insistió García desde Pisco, antes de partir a la vecina Chincha, la segunda urbe más afectada por el movimiento telúrico.
Rescatan a bebé de entre los escombros de iglesia destruida
Un bebé de 10 meses fue rescatado ileso de la iglesia de San Clemente en Pisco (Perú), después que el templo se desmoronara con el fuerte terremoto que azotó el miércoles pasado la costa peruana, informaron ayer medios locales.
El bebé, que aún no ha sido identificado, fue rescatado por un ciudadano de la zona, Rómulo Palomino, siete horas después del fuerte sismo, según la agencia estatal Andina.
“Pensé que estaba muerto, lo levanté con cuidado y noté que su corazón latía. Lo limpié y ahí empezó a estornudar y lloró”, manifestó Palomino, tras explicar que encontró al pequeño inconsciente debajo de los escombros y completamente cubierto de polvo.
Palomino había acudido con su hijo a la iglesia de San Clemente, donde quedaron sepultados centenares de feligreses, tras ser informado de que sus padres se encontraban en el templo cuando se produjo el movimiento telúrico.
“En siete horas hallé y saqué a más de 20 cadáveres cuando me encontré con el niño”, explicó emocionado Palomino, quien consideró un “milagro” que “hubiera sobrevivido tantas horas respirando sólo polvo y muerte”.
Tras el rescate, el hijo de Palomino llevó al bebé a su casa, dado que los hospitales a los que se dirigió habían colapsado.
El viernes fue rescatado con vida el párroco de la iglesia de San Clemente, José Emilio Torres Mota. El jueves fueron rescatadas otras dos personas de los escombros del templo, donde se han encontrado, hasta el momento, unos 70 cadáveres.
Destruidos importantes monumentos
El reciente terremoto de ocho grados de magnitud en Perú no sólo destruyó casas y carreteras, sino también dañó una serie de monumentos arqueológicos, históricos y naturales durante los dos minutos que removió los suelos del sur peruano.
El director del Instituto Nacional de Cultura de Ica, Oscar Gonzales Barahona, explicó que en el Museo Adolfo Bermúdez Jenkins de Ica se rompieron varias vasijas, así como otras piezas arqueológicas pre incaicas. Incluso las momias que albergaba han sufrido un gran daño, “porque no obstante el mantenimiento científico que se les da, las momias en el proceso del tiempo se van volviendo como polvito y cuando se mueven se deterioran con mayor facilidad”.
Una pérdida irreparable para Ica ha sido la famosa Catedral, una imponente formación rocosa en al lado del mar perteneciente a la Reserva Natural de Paracas, que tenía la apariencia de una catedral. Esta obra dañada, que los vientos de Paracas y el mar demoraron siglos en formar, era visitada diariamente por decenas de turistas nacionales y extranjeros.
“Ha perdido la mayor parte de su arquitectura y ya no es lo mismo que antes”, afirmó Gonzales con resignación.
Un monumento que también fue gravemente dañado por el sismo fue el Templo del Señor de Luren, imagen muy venerada por los iqueños. Según relató Gonzales, a pesar que fue destruida la parte frontal y superior del templo, la imagen del Señor de Luren quedó intacta.
Otras iglesias, casonas coloniales y republicanas, así como cuadros e imágenes religiosas de valor fueron destruidas. La única buena noticia es que las Líneas de Nazca, Patrimonio Cultural de la Humanidad, no se han visto afectadas por el terremoto.