Momentos angustiantes viven los participantes en las encerronas de las tradicionales fiestas de San Fermín, en Pamplona, España. (EFE)
Pamplona, España.- El mexicano Rafael Estrada Ávila, que ayer resultó cornado con pronóstico muy grave en el sexto encierro de los Sanfermines, consideró que la “mala suerte” influyó en su percance y reconoció que desde fuera “parece más fácil de lo que es” participar en la carrera.
Este joven de 23 años, natural de San Luis Potosí, habló desde la habitación del Hospital de Navarra, donde se recupera de sendas cornadas propinadas en el abdomen y en un muslo por el toro de nombre “Universal” de la ganadería del Marqués de Domecq.
Estrada relató que es la primera vez que visita Pamplona, aunque no España, y que desde que partió de México tenía decidido participar en el encierro de los Sanfermines.
Acompañado de su hermana Wendy, que reside en Barcelona, recordó que decidió disfrutar de las fiestas porque tiene varios amigos en Pamplona que no se animaron a ponerse delante de los toros. “Corrí yo solo, ellos no quisieron correr. Yo fui el único animado y así me fue”, lamentó con humor.
Este fue su relato de la cogida, ocurrida en la calle Estafeta: “iba corriendo y me hice a un lado para que pasara uno de los toros, pero enseguida de ese venía otro. Cuando lo vi me traté de refugiar en una puerta, con otra persona. Éramos dos pero el toro me escogió a mí”.
En ese sentido, aseguró que antes de participar se había informado del comportamiento que debía guardar.
“Me habían dicho que cuando los toros se acercaran a una distancia me hiciera a un lado para que continuaran la carrera, y que mientras fueran en manada no se separaban. Pero tuve mala suerte y este sí se separó de la manada”, explicó.
Acerca del momento exacto de las cornadas, aseguró que era “consciente” de que el toro le había enganchado: “de hecho lo primero que hice fue agarrar al toro por los cuernos porque si no me defendía de alguna manera, iba a ser peor”.
No obstante, aseguró no haber sentido nada en ese momento -”estaba caliente y con la adrenalina y todo eso no sentí dolor”- pero un día después, ya en el hospital, las cosas son diferentes.
“Ahorita sí que estoy un poco dolorido, pero la verdad es que me ha ido muy bien”, dijo Rafael Estrada, consciente de que tuvo suerte y de que las consecuencias podían haber sido mucho peores.
Del momento posterior al percance, recordó que se puso en pie, se hizo a un lado y llegaron las asistencias médicas que le trasladaron al hospital, donde fue intervenido quirúrgicamente.
Está previsto que permanezca ingresado alrededor de una semana y cuando reciba el alta tiene pensado recuperarse unos días más en España para viajar después a México.
Allí, sus amigos conocían su intención de correr en el encierro de Pamplona porque antes de partir hacia España él mismo se lo había comentado, de forma que “trataron de desalentarme pero no me dejé”.
Aseguró que en su país natal “se conoce el encierro de Pamplona. De hecho hay una versión mexicana en un pueblito que se llama San Miguel de Allende, y ahí había corrido alguna vez, pero no es lo mismo, porque en Pamplona los toros pesan el triple”.
En todo caso, y vista la experiencia, consideró improbable “que vuelva a correr un encierro en Pamplona”, si bien advirtió que “tampoco me ha quedado el susto de no poder volver a hacerlo nunca”.
Por ello, aconsejó a quien vaya a correr estos encierros “meterse, pero sabiendo cómo.
“El problema es que a muchos de nosotros, siendo extranjeros, nos parece fácil, pero yo ya me he dado cuenta de que no lo es tanto. Además, en mi caso fue mala suerte porque el resto de los días no pasó nada tan grave”, dijo.
