La explosión accidental de un viejo conducto de vapor subterráneo en el centro de Nueva York provocó por lo menos un muerto y varios heridos. (AP)
La explosión de una tubería de vapor subterránea destrozó una calle de Manhattan cerca de la terminar ferroviaria Grand Central ayer, lanzó al aire un enorme chorro de vapor y escombros y provocó la muerte de una persona, mientras cientos huían en escenas que recordaban el pánico del 11 de septiembre.
El alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, se descartó una acción terrorista y dijo que “No hay razón para creer que la explosión en la calle 41 se deba a otra cosa que a un fallo de nuestras infraestructuras, no hay motivos para creer que hay implicaciones terroristas o criminales”.
El estallido ocurrió a las 18:00 locales en la calle 41 de Manhattan, en el edificio Chanin de 54 pisos, muy cerca de la estación Grand Central de trenes, a causa de deflagración en un ducto subterráneo de vapor que presentaba excesiva condensación.
El portavoz de la Policía de Nueva York, Paul Browne, también había dicho previamente a la prensa que el suceso no se puede relacionar con terroristas.
La Oficina de Gestión de Emergencias (OEM, por sus siglas en inglés) precisó que un tubo de vapor de 50 centímetros de diámetro explotó, por lo que recomendó a los ciudadanos no acercarse a la zona, cercana al emblemático edificio Chrysler.
La explosión ocasionó la interrupción del tránsito en algunas líneas de Metro, ubicadas en torno a la zona afectada, indicó Charles Seaton, portavoz de la empresa municipal de transportes.
Las autoridades cortaron el tráfico de vehículos y de personas entre las calles 41 a 47 del este de la ciudad, desalojaron los edificios cercanos al lugar del siniestro y establecieron un perímetro de seguridad.
La cadena de televisión ABC calculó entre seis y doce los heridos por la explosión, mientras las autoridades locales informaron del traslado de un número indeterminado de personas a hospitales.
Además una persona murió por paro cardiorrespiratorio, pero no se precisaron los hechos.
Por la red de alcantarillado y otras tuberías subterráneas salen a las calles de Nueva York millones de litros de vapor procedentes de los sistemas de aire acondicionado y de calefacción de los edificios de esa ciudad de más de ocho millones de habitantes.
El exceso de condensación de vapor en esos ductos ha ocasionado varios incidentes, como el ocurrido en 1989 cuando una explosión similar causó la muerte de tres personas, así como numerosos daños materiales en los edificios de la zona.
Una gran nube de denso humo salía del socavón dejado por esa explosión.
Este suceso hizo que muchos neoyorquinos temieran volver a vivir la terrible situación del 11 de septiembre de 2001, cuando terroristas de la organización Al Qaeda estrellaron dos aviones contra las Torres Gemelas de Nueva York, causando la muerte a más de dos mil personas.
La explosión ocurrió en hora punta, en el momento en que miles de ciudadanos se dirigen a la estación de Grand Central al término de la jornada de trabajo para volver a sus casas en el mismo estado de Nueva York y en el vecino de Connecticut.
