PUEBLO NUEVO, DGO.- La drogadicción es consecuencia del descuido de los padres de familia en un mundo convulsionado por la modernidad y tecnología al alcance de los niños, quienes están muy deslumbrados por la violencia, opinó José Anaya Rodríguez, vicario general de la Prelatura de El Salto.
Considera positiva la práctica del antidoping en las escuelas, como medida de prevención a las drogas, no sin antes contar con la anuencia de los padres y sin violar sus derechos. Los maestros también deben ser incluidos en esta jornada.
Señaló que en el medio rural se observa mucha desintegración familiar, teniendo como origen la pobreza extrema, pues a falta de empleo los hombres emigran a Estados Unidos y muchos ya no regresan, se olvidan de sus familias.
Así la mujer se enfrenta sola a las adversidades económicas, donde los hijos son quienes pagan las consecuencias; estos hogares resultan ser el blanco de los enviciadores, pues faltan programas para atender las muchas necesidades de la población rural.
La aplicación del antidoping sería detectar el problema, pero también es necesario contar con medidas de solución, ofrecer alternativas a las familias para hacer frente a todo tipo de problemas.
De llevar a cabo esta acción en las escuelas de nivel básico, se espera que los padres de familia retomen su papel y los maestros se esfuercen a aplicar un programa integral y guíen con el buen ejemplo a los niños y jóvenes.
Los anuncios cargados con excesos de alcohol y violencia, películas de narcotráfico influyen en la mente de los menores, después se viven las consecuencias, pues nadie puede negar el problema en las ciudades y hasta el medio rural, concluyó.