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Causas de Tabasco| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“La historia es un interrogar al pasado para saber qué pasa en el presente”.

Alfonso Reyes

¿Qué pasó realmente en Tabasco? No hay pregunta que se me haya hecho con más frecuencia e insistencia en las últimas semanas. ¿Fueron las inundaciones una consecuencia del calentamiento global, como lo expresó el presidente Felipe Calderón, o todo es culpa de un compló, como afirma Andrés Manuel López Obrador, en que los ex gobernadores priistas Roberto Madrazo y Manuel Andrade se embolsaron fondos destinados a construir bordos y diques que hubieran salvado a Tabasco de las inundaciones?

Una conversación reciente con Luis Manuel Guerra, el químico Guerra, director del Instituto Autónomo de Investigaciones Ecológicas, y con José Luis Luege, director general de la Comisión Nacional del Agua, Conagua, me ha dejado muchas ideas claras sobre lo que realmente aconteció.

Para empezar habría que señalar que, como muchos acontecimientos naturales, las inundaciones de Tabasco no tienen una sola causa. Muchos factores se conjugaron para generar las peores inundaciones en la historia de un estado acostumbrado a vivir en el agua.

El calentamiento global, aunque a muchos les cueste trabajo aceptarlo, parece tener un papel importante en lo sucedido. Las lluvias de octubre fueron las más intensas jamás registradas en la región. Ante esta precipitación, y la presencia de una inusitada marea alta que dificultó el desagüe de los ríos en el golfo, habría sido quizá imposible evitar las inundaciones independientemente de cualquier esfuerzo previo o en el momento del desastre. El cambio climático es así el primer sospechoso de la intensidad de estas lluvias como lo es de la creciente frecuencia e intensidad de los huracanes y de las inundaciones de Bangladesh y otros países del mundo.

Algunos factores humanos, sin embargo, estuvieron también presentes para agravar la situación. Sabemos que las inundaciones de 1999 en Tabasco llevaron a la preparación de un Programa Integral contra Inundaciones (PICI). La anulación de la elección estatal en 2000 creó una dañina pausa, pero en 2002 se empezó a preparar el proyecto y en 2003 comenzaron los trabajos. El PICI contemplaba la inversión de 2,600 millones de pesos hasta 2006, aunque las obras quedaron inconclusas tras un gasto de 1,600 millones.

¿Se construyó todo lo que se pudo? ¿Bloqueó el Congreso de la Unión la entrega de fondos como dice el ex gobernador Manuel Andrade? La verdad es que no lo sabemos. La Legislatura local ha impedido que la Federación investigue la cuenta pública del estado, pero una auditoría sobre el uso de los fondos estatales y federales en estas obras es indispensable. Es probable que la tarea inconclusa haya contribuido a agravar las inundaciones.

De lo que no cabe duda es que varias zonas que estaban consideradas como de inundación dentro de este plan, y que debían haber dado salida a aguas excedentes, fueron ocupadas por paracaidistas o por desarrollos formales ante la impotencia, la negligencia o la connivencia de las autoridades locales. Estas áreas fueron las que de manera natural más sufrieron las inundaciones de este año.

El químico Andrés Granier, gobernador del estado, ha responsabilizado a la Comisión Federal de Electricidad de las inundaciones por el desfogue de la presa Peñitas. Este desfogue parece efectivamente haber generado un 3 por ciento de la inundación, pero haber cerrado las compuertas habría podido ocasionar un desborde o rompimiento de la presa cuyas consecuencias habrían sido mucho peores.

El sistema ejidal y la legislación forestal, que obstaculiza la producción sustentable de madera, han sido también responsables parciales del desastre. Las tierras altas de Chiapas y de Tabasco, donde nacen los ríos que desaguan en el este último estado, han sido fragmentadas de manera inmisericorde en parcelas a veces de apenas una a dos hectáreas. Los ejidatarios han limpiado estos cerros y montañas de su cobertura forestal tradicional para reemplazarla con precarios cultivos de maíz y pastizales de ganado. Sin embargo, la tierra de los cerros y montañas es pedregosa e inclinada y no tiene vocación para estos usos. La pérdida de la cobertura forestal ha hecho que las lluvias no sean absorbidas con facilidad y que se deslicen por lo tanto con mayor abundancia y rapidez hacia los cauces de los ríos. El desgajamiento de un cerro en el poblado de Juan de Grijalva, en Chiapas, es una muestra de lo que puede ocurrir por el deterioro de las condiciones ambientales. La cobertura forestal normal habría seguramente impedido este desplazamiento de tierra.

Saber qué ocurrió exactamente en Tabasco es importante porque sólo así podremos saber qué medidas tomar para el futuro. Es una lástima, sin embargo, que los políticos mexicanos estén más preocupados en hacer caravanas con sombrero ajeno que en averiguar realmente qué pasó en Tabasco.

UNANIMIDAD

Eran ocho candidatos y 15 miembros de la junta de gobierno para hacer la elección. Al final los 15 se pronunciaron por un solo aspirante. ¿El mejor? Quizá. José Narro Robles es un hombre eminentemente calificado para ser rector de la UNAM. Sólo que a mí, que no fui educado en la vieja cultura priista del carro completo, me cuesta trabajo entender que ninguno de los otros siete magníficos aspirantes haya recibido siquiera un voto.

Página de Internet: www.sergiosarmiencom

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