El Fondo Mundial para la Naturaleza colocó seis mil globos ante el Congreso brasileño, en Brasilia, para denunciar los seis millones de toneladas de gas invernadero que Brasil produce cada día. (EFE)
Demanda ONU a los gobiernos de todo el mundo a actuar con mayor diligencia contra el cambio climático.
El Día Mundial del Medio Ambiente se celebró ayer con llamamientos de los grupos ecologistas a frenar la paulatina destrucción de nuestros hábitats y con promesas y buenas intenciones por parte de gobiernos e instituciones encargadas de velar por la buena salud del planeta azul.
En Ginebra, el subsecretario para Asuntos Humanitarios de la ONU, John Holmes, advirtió ayer que los desastres naturales no tienen por qué llevar a catástrofes humanitarias si los países disponen de los sistemas adecuados para reducir su impacto.
Representantes de 120 gobiernos, agencias de la Organización de las Naciones Unidas y Organizaciones No Gubernamentales se reúnen desde ayer y hasta mañana en esa ciudad suiza en la Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres.
A ellos se dirigió por videoconferencia el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, quien solicitó de la comunidad internacional que “reafirme su compromiso para proteger a los más vulnerables”. Ban también instó a los gobiernos de todo el mundo a actuar con “mayor diligencia contra el cambio climático”.
“El calentamiento global expondrá a cientos de millones de personas a sufrir desastres naturales, habrá más sequías, inundaciones y tormentas más fuertes y el nivel del mar aumentará”, vaticinó Holmes en una conferencia de prensa para dar una idea de los desastres futuros que se avecinan. El responsable de la ONU recordó que 200 millones de personas viven en la actualidad en zonas costeras que podrían inundarse si sube el nivel del mar o hay un desastre como el tsunami de 2004.
“En los últimos treinta años se han triplicado los desastres naturales y el número de afectados se ha quintuplicado en los últimos quince años”, indicó Holmes.
Sostuvo que si un desastre natural afectara a una ciudad superpoblada podría producirse “una catástrofe sin precedentes” y recordó que “ocho de las diez ciudades más pobladas del mundo están expuestas a terremotos y seis se encuentran en la costa”.
En Brasil, la organización internacional WWF colocó ayer seis mil globos grises ante el Congreso para denunciar las seis millones de toneladas de gas invernadero que este país expulsa cada día a la atmósfera y que lo convierten en el cuarto emisor mundial, por detrás de Estados Unidos, China e Indonesia.
Para la experta en cambios climáticos de WWF, Karen Suassuna, “la deforestación es responsable del 75 por ciento de los gases de efecto invernadero en Brasil”. Según WWF, sólo en la región amazónica se arrasa una superficie de 14 mil kilómetros cuadrados de bosque cada año.
En Colombia, el Defensor del Pueblo, Vólmar Pérez, advirtió ayer que las siembras ilegales amenazan el Macizo Colombiano sur, la “fábrica” que produce el 70 por ciento del agua que se consume en el país.
En Ecuador, varios grupos ecologistas se manifestaron frente a los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente, pidieron la dimisión de sus titulares y reclamaron la revisión de las concesiones de explotación de los recursos mineros y petroleros.
En Perú, el Banco Mundial hizo público un informe en el que subraya que los problemas ambientales cuestan al país más de dos mil 500 millones de dólares, cifra que equivale al 3.9 por ciento de su Producto Interno Bruto.
Uno de los países más pobres de Europa, Rumania, reconoció que necesita gastar entre 27 y 30 millones de euros para ajustarse a las normas de la Unión Europea en cuanto a la protección del medio ambiente hasta 2030, según su presidente, Traian Basescu.
Desde Londres, la ministra británica de Exteriores, Margaret Beckett, auguró conversaciones “tensas y largas” en los próximos meses para abordar los problemas que plantea el cambio climático, empezando por la cumbre del G-8 que comienza hoy en Heiligendamm.