Católicos laguneros escuchan el mensaje del obispo José Guadalupe Galván Galindo durante la misa celebrada por la Resurrección de Jesucristo.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- El duelo terminó y ayer miles de católicos celebraron la Resurrección de Jesucristo, con lo cual, la ceremonia litúrgica en las iglesias vuelve a la normalidad, pues el Hijo de Dios abandonó su tumba y resucitó de entre los muertos.
Cientos de católicos acudieron a la Catedral de Nuestra Señora del Carmen para celebrar la Resurrección de Jesús. Invocaron la bendición de Dios y pidieron que la aspersión del agua bendita reavive en ellos, la gracia del bautismo, pues por este medio fueron sumergidos a la muerte redentora para resucitar con Cristo a una nueva vida.
Para el obispo de la Diócesis de Torreón, José Guadalupe Galván Galindo, durante la Cuaresma los fieles caminaron al encuentro del Dios de la Vida, purificando su alma y a través del deseo sincero de regresar al corazón del Señor para convertirse en sus discípulos.
Como cada año, los templos de la Comarca Lagunera se llenaron de católicos que acudieron a festejar la misa de Resurrección del Hijo de Dios al tercer día de haber sido crucificado y reflexionar sobre la escasez de valores que aqueja a la raza humana hoy en día. A unos días de celebrar el 50 aniversario de la Diócesis de Torreón (el 19 de abril), el mensaje que envía el obispo es que la Resurrección de Jesús es la realización de la nueva humanidad, liberada de la esclavitud del pecado y del mal físico y moral.
“Concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo”, dijo el obispo durante la misa solemne.
Después de haber renovado la fe con la celebración del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, los católicos tienen la oportunidad de contemplar la razón última de la voluntad de Dios en relación con la humanidad: “que todo el que crea en Él, tenga una vida plena”.
En las Iglesias de Torreón se celebró un día de alegría, pues los católicos refrendaron su compromiso con Dios, quien perdonó y purificó a sus fieles, en un acontecimiento que da sentido a la vida cristiana.
