Establecen estrictas medidas de seguridad ante el temor de atentados.
Notimex
Jerusalén.- Bajo estrictas medidas de seguridad y un estado de alerta máxima, los israelíes festejan entre ayer y hoy el carnaval de Purim, una de las fiestas más alegres del calendario judío, aunque en origen no lo fuera.
Vestidos con disfraces, miles de niños israelíes salieron a la calle para admirar las cabalgatas típicas de esta conmemoración del bíblico relato del Libro de Ester, una reina que logró cambiar los designios de un perverso gobernante persa hace unos dos mil 500 años.
De hecho, lo que celebran es haberse salvado de un decreto para su asesinato en masa, emitido por el gran visir de Persia, Amán, tras convencer al por aquel entonces rey Asuero de que los judíos debían ser exterminados.
?Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo y no observan las leyes del rey; y al rey no viene provecho de dejarlos. Si place al rey, escríbase que sean destruidos?, dice el Libro de Ester (3:8).
De acuerdo con la tradición judía, las intenciones de Amán fueron frustradas por voluntad divina, cuando el rey persa se enamoró de una joven judía, Ester, a quien convirtió en reina y quien tras una trama novelesca lo convenció de anular el decreto.
Amán, como no podía ser de otra forma, acabó en la horca junto a sus diez hijos, en una leyenda que ha pasado a la memoria colectiva judía -la fiesta la celebran las comunidades hebreas de todo el mundo- como ejemplo de la supremacía divina sobre la voluntad de los hombres.
Quizás por ello y por analogía geográfica -Persia es el actual Irán-, hoy los judíos más conservadores trazan un paralelismo entre Amán y el actual presidente iraní, Mahmoud Ahmadinayad, quien lleva meses amenazando con ?borrar a Israel del mapa?.
?Entonces teníamos a Amán, ahora es Ahmadinayad; parece que de allí sólo salen perversos?, dice Moti Yekutiel, un israelí propietario de un supermercado, nacido en Irán y que llegó a Israel en su infancia.
Pero lo cierto es que los israelíes se toman muy en serio las amenazas del líder iraní no por aquel relato bíblico, sino porque están sustentadas en un polémico programa nuclear desarrollado por Teherán, que la comunidad internacional no parece capaz de frenar.
Y como si de aquel periodo se tratara, no pocos son los israelíes que relacionan la fiesta con hechos violentos, por los atentados suicidas palestinos ocurridos en los últimos años en esta fiesta.
En 1996 y 2001 dos atentados suicidas dejaron una decena de muertos y decenas de heridos en las calles israelíes, lo que obliga a extremar las medidas de seguridad y el estado de alerta en todo Israel, así como el cierre de los territorios palestinos.
Esos atentados están relacionados con otro hecho no menos sangriento, el de la masacre cometida por un colono judío, en un día como hoy en 1994, en la Cueva de los Patriarcas de Hebrón, donde mató a bocajarro a 29 palestinos mientras rezaban.
Frente a los oscuros momentos que la fiesta recuerda a los más adultos, los menores prefieren centrarse en las tradiciones de disfrazarse y repartir platos con dulces entre familiares y amigos.