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¿Censura o error?| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Las verdades sostenidas irracionalmente pueden ser más peligrosas que los errores razonados”.

Thomas H. Huxley

Si el Gobierno de la República quiso efectivamente censurar a Ruth Zavaleta el primero de septiembre, lo que consiguió fue exactamente lo contrario. O los encargados de esta supuesta censura fueron extraordinariamente torpes o lo que ocurrió no tuvo nada que ver con la interpretación que se le ha dado.

A raíz de la interrupción en la transmisión que Cepropie llevaba a cabo de la ceremonia de inicio del periodo ordinario de sesiones del Congreso, la presidenta de la Mesa Directiva logró una difusión a su mensaje que nunca soñó. No sólo ordenó el Gobierno una cadena nacional —un enlazamiento obligatorio de todas las emisoras de radio y televisión del país— sólo para retransmitir sus palabras, sino que además su explicación de por qué los perredistas se salieron de la sesión inaugural fue incluida en todos los noticiarios del país.

La supuesta censura, por otra parte, ha servido para que los perredistas renueven sus acusaciones de autoritarismo en contra del presidente Felipe Calderón. El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, dijo el lunes que la “censura” de Zavaleta nos regresa a los tiempos de José López Portillo.

Cómo se habrá beneficiado Zavaleta del episodio que ahora ni siquiera Gerardo Fernández Noroña la cuestiona. Apenas el 27 de agosto, en cambio, le pidió que “no ande mendigando lo que nos corresponde como partido y que no ande queriendo quedar bien con el usurpador”. Hoy la integrante de Nueva Izquierda es respaldada hasta por los bejaranistas.

Si la Secretaría de Gobernación o Cepropie realmente quisieron censurar a Zavaleta, cometieron un error costosísimo… y a cambio de nada. La perredista no dijo nada en su breve explicación que pudiera asombrar a alguien en un país en que el 30 por ciento de la población sigue pensando que el triunfo electoral de Felipe Calderón no fue legítimo.

La información que tengo me lleva a cuestionar la existencia de un intento de censura. Cepropie parece haber sido víctima de ese vicio tradicional de la política mexicana, que supuestamente los Gobiernos panistas iban a desterrar, de reemplazar los equipos de especialistas con allegados políticos. René Palavicini, el director de Cepropie, era precisamente uno de esos designados políticos.

El canal del Congreso llevaba la responsabilidad de la producción de televisión en el interior del Palacio Legislativo, pero le tocaba al director de Cepropie poner la señal a disposición de las emisoras de televisión. Es verdad que los acuerdos sobre el formato del informe no se terminaron sino unos minutos antes de la ceremonia, pero el problema no fue ése, sino el hecho de que la principal preocupación de Palavicini era cuidar la imagen del presidente en vez de transmitir la ceremonia.

Palavicini no esperaba el discurso de Dante Delgado. Se le había dicho que los dirigentes de los partidos no fijarían su posición desde la tribuna. Por otra parte, su instrucción era seguir al presidente desde Los Pinos hasta la llegada al Palacio Legislativo. La tensión bajo la que se encontraba se incrementó por el hecho de que el autobús que llevaba al presidente y a las comisiones de cortesía empezó a fallar. Además, la comitiva empezó a hacer tiempo para permitir que Dante terminara su discurso.

Cuando el senador concluyó, Palavicini ordenó sintonizar a los conductores de televisión mientras se preparaba para captar la llegada del autobús del presidente. No sabía que Zavaleta iba a dar en ese momento la explicación que serviría de clave para la salida de los perredistas del pleno. Ni ella ni los perredistas informaron previamente que habría ese anuncio. Las transmisiones de radio, mientras tanto, se mantuvieron en el pleno y llevaron las palabras de la perredista a todo el país, lo cual debilita la teoría de la censura.

Son varios los testimonios que me llevan a concluir que esto ocurrió, pero de poco sirve aclararlo. La visión de que el Gobierno pretendió realizar un acto de censura se convertirá en realidad a fuerza de reiteración porque así le conviene a perredistas y priistas.

En nada ayuda, por supuesto, que el Gobierno y la Secretaría de Gobernación jueguen al avestruz. La explicación del “problema técnico” es risible a menos que se acompañe de una explicación técnica detallada que ni Palavicini –que permanece oculto— ni el secretario han ofrecido. La aparente estrategia del Gobierno es dejar pasar el tiempo para que el escándalo actual sea borrado por el siguiente.

Gobernación, por otra parte, no puede presumir de su defensa de la libertad de expresión. Recordemos su larga batalla para impedir que el PRD y el PT emitieran en tiempos del IFE sus programas de cuestionamiento al fraude electoral. Está pagando ahora la factura.

De nada sirve esclarecer lo que pasó si la propia autoridad prefiere esperar a que el tema se desvanezca. Por eso pienso que, si la tesis de la censura no es verdadera, quizá merezca serlo.

LA REFORMA

¿Qué contiene la reforma electoral? No parece tocar los temas fundamentales del país. No considera, por ejemplo, la posibilidad de reelegir a los legisladores. De hecho, el principal objetivo de la ley parece ser, simplemente, destituir a los consejeros del IFE. Por eso es tan objetable.

Página de internet: www.sergiosarmiento.com

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