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Centenario| Diálogo

Yamil Darwich

Cien años se dice fácil, aunque para algunos sonará a poco tiempo; desde la perspectiva sociológica únicamente son cinco generaciones, siendo así, los bisnietos de los fundadores de Torreón festejan el Centenario. Para lograr lo anterior, se creó un comité con distintos subcomités, –Gómez Palacio lo hizo un año atrás– todos orientados a festejar a “La Ciudad de los Grandes Esfuerzos”, desde su muy particular perspectiva.

Obras de teatro, musicales, ópera, artículos periodísticos, presentaciones de libros, desfiles con carros alegóricos y otras varias actividades pretenden despertar el ánimo de los torreoneses y lo han logrado, aunque no sea con el fervor explosivo que nos caracteriza.

Cuando Torreón fue declarada ciudad –1907– ya era evidente la hiperactividad económica, tanto así que llamó la atención del país y el extranjero, atrayendo el interés de muchos y el arribo de los más aventurados para radicarse aquí. De esa primera generación de “arriesgados” quedaron obras materiales que, más allá de los beneficios utilitarios, dejaron constancia de voluntad, orgullo, coraje, esfuerzo y hasta sacrificio, legados que debemos cuidar y cultivar.

El primer cinematógrafo con aire lavado; calles que iban pavimentado una a una, incluyéndoles arte al colocarles estatuas y monumentos, –avenida Morelos– iluminándolas con el más moderno sistema mercurial del tiempo. “¡Coopere usted y habrá puente!”, declaró el lema en 1931 y se construyó, quedando como símbolo de unión de las ciudades conurbadas de la Comarca.

Los cuarenta llegaron trayendo nuevos impulsos, siempre con base al trabajo y esfuerzo; así se construyó un imperio financiero soportado por el “oro blanco” —el algodón— que distribuyó riqueza y dejo remanentes para diversión, deporte y cultura. Época del “Teatro de Oro”, cuando cuidadas representaciones se estrenaron en aquel Mayrán, hoy Dr. Alfonso Garibay Fernández, obras para recordar. Del futbol: el equipo Laguna, “La Ola Verde” y el Torreón, “Diablos Blancos”, ambos de tardes grandiosas, aunque inicialmente participaran en la Segunda División profesional. De aquel beisbol, sin influencia de la televisión y mercadotecnia, quedaron testimonios de juegos de campeones en el flamante “Estadio Revolución”. Todos, siempre, fortaleciendo el legado de la autoestima.

Las siguientes generaciones disfrutamos del esfuerzo de padres y abuelos; algunos se negaron a curtirse las manos con el arado o dejar la juventud en los comercios y negocios; muchos viajaron a estudiar fuera; otros más, –los menos afortunadamente– disiparon fortunas, cumpliendo aquello que algunos años después –los ochenta– declarara Francis Fukoyama en su texto “Confianza”.

“Esta generación debe muchas obras y esfuerzo a los antecesores y predecesores”, me dijo un día Don Emilio Herrera Muñoz, y tenía mucha razón.

Así llegó la modernidad a Torreón y en general a La Laguna; escuelas de gran prestigio y nacientes universidades dejaban a las familias disfrutar por más años la presencia de los hijos en los hogares. En tanto, otras regiones continuaban con su propio desarrollo y empezaban a sobresalir, hasta superarnos.

En los noventa, México firmó el Tratado de Libre Comercio, con Canadá y EUA, dándonos otro empuje importante, al menos de inicio, con arribo de capitales extranjeros que promovieron las maquiladoras; para el año 2000, había 3,500 de ellas, creando 1 millón 400 mil nuevos empleos, motivando a gobernadores, que hicieron declaraciones triunfalistas como: “Cero desempleo en Coahuila”. Nadie contaba con el “Derbi” de la mano de obra barata, que provocó emigración de capitales “golondrinos”, cada vez más al sur, hasta brincar continentes y llegar a China.

A ellos les cargamos “la culpa”; nuestra justificación a la mala planeación, porque “ofrecen mano de obra más barata” y “así no se puede competir”. Sobre ello, expertos internacionales, como Alvin Toffler, nos hacen una pregunta simple; “si eso fuera verdad, ¿no sería lógico que hubieran emigrado a África?”

De ello debemos aprender. ¿Usted qué piensa?

La verdad duele, pero habrá que reconocerla: México, incluida la economía lagunera, cuenta con la ventaja de la corta distancia con EUA, pero no podemos hacerla valer mientras sostengamos leyes nacionales desfasadas, sindicalismos mal orientados, corrupción, inseguridad y deficientes servicios. Los empresarios de la Región comentan sus experiencias sobre el extenso listado de competitividad que les hacen llenar los posibles inversionistas: mano de obra especializada, evaluaciones de escuelas y universidades con calidad integral, hospitales de especialidad, servicios públicos y hasta centros de diversión, cultura y deporte. Tenemos mucho por mejorar.

Hemos presenciado múltiples festejos y poco reflexionamos sobre la urgente necesidad del cambio de actitud de todos nosotros; tampoco incluimos reconocimientos a aquellos que trabajaron y trabajan para la calidad y competitividad, esos que nos sirven de ejemplo. Falta distinguir a los grandes promotores de progreso, incluido el económico, reconociéndoles su esfuerzo y hasta sacrificio para que hoy todos vivamos mejor. Sin duda es motivador y engrandecedor resaltarlos.

Disfrutemos los primeros cien años; pero, sobre todo, hagamos lo necesario para dejar nuestra buena huella a los que vendrán.

¿Acepta? ydarwich@ual.mx

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