El sol es garantía de arrugas, bien lo sabemos. Sin embargo, hay otros factores ahora descubiertos que desde el cerebro pueden arrugarnos la piel sin importar el precio de la crema cosmética que apliquemos.
Según afirma el doctor Eric R. Braverman, autor de Younger You y director de Place for Achieving Total Health en Nueva York, la condición y edad de nuestra piel es regulada por la genética; sin embargo, el cerebro también es responsable, en gran medida, de que la piel conserve ciertas características que ninguna crema ni cirugía plástica pueden proporcionar. Por esta razón, el especialista sugiere que cuidemos nuestra piel de adentro hacia fuera; concretamente, desde el cerebro, teniendo en cuenta que la deshidratación, la inflamación, el daño estructural y la oxidación son los cuatro factores que causan el envejecimiento de la piel.
Deshidratación. Entre más joven es el cerebro, más hidratado está. Conforme pasan los años, comienza en el organismo una fase de deshidratación debido a que el cerebro pierde acetilcolina, un neurotransmisor que regula la habilidad de procesar información y guardarla en la memoria. Cuando el cerebro pierde esta sustancia, alerta a todos los órganos y glándulas del cuerpo, lo cual afecta a la piel y a los músculos, entre otros. Como no existe ninguna crema maravillosa que la reponga, el envejecimiento se hace evidente.
Suplementos como aceites de pescado, lecitina, vitamina B, ácido lipoico y manganeso, ayudan a producir la acetilcolina. Los espárragos, por otro lado, bloquean la enzima que la destruye, contribuyendo así a mantenerla en niveles altos.
Inflamación. Cuando el cerebro está bajo en dopamina, la piel se quema más fácilmente y se inflama, volviéndose roja, con manchas rojizas como parches, áspera o abultada. Por ejemplo, siempre podemos notar quién es un serio bebedor observando el tamaño y color de su nariz: por lo general, se ve roja e inflamada en comparación con el resto de la cara. Los fumadores también suelen tener problemas en la piel, tipo soriasis. Con frecuencia, las personas obesas padecen acné... En síntesis, las adicciones y la pérdida de dopamina van de la mano. Contra la inflamación, los mejores aliados son el aceite de pescado, la vitamina C y el té verde.
Daño estructural. Enemigo número uno: el sol. Paradójicamente, al mismo tiempo que la delicia de sus rayos nos relajan, nos aportan vitamina D, elevan la serotonina en el cerebro y nos proporcionan cientos de beneficios más, también, al penetrar unos milímetros dentro de la piel, marcan la diferencia entre que ésta luzca joven o avejentada; sin contar, por supuesto, con el aumento en el riesgo de padecer cáncer de piel que a la larga nos provoca. Con sólo 20 minutos al día de sol, es más que suficiente.
Oxidación. Una cara arrugada está, sin duda, llena de estrés. Si comienzas a tener líneas profundas en el entrecejo, significa que eres una persona estresada. Esto, además del acelerado ritmo de vida que casi todos llevamos, puede deberse también a la deficiencia de una sustancia en tu cerebro llamada Gaba, que disminuye con la edad.
El uso desmedido del celular, exponerse a mucho ruido, no dormir lo suficiente, la falta de ejercicio, trabajar en ambientes contaminados, o el consumo de drogas, son factores que colaboran a aniquilar esta sustancia.
Hay alimentos que ayudan a producir Gaba, como almendras, plátanos, brócoli, toronjas, lentejas y avena, entre otros.
Todos queremos y podemos vernos bien. Está en nuestras manos... y en nuestro cerebro.