El cierre de varios pozos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en el Golfo de México debido al mal tiempo, que obligó a reducir 20 por ciento la extracción de crudo, contribuyó ayer al alza de los precios internacionales del crudo y reavivó el debate sobre una posible reforma energética en México.
Por segunda vez en dos meses, Pemex tuvo que detener por mal tiempo parte de sus operaciones por el cierre de varios puertos en los estados de Tabasco y Campeche, lo que afectó a la extracción de 600 mil barriles diarios, el 20 por ciento de su producción.
La situación, unida a la tensión en la frontera entre Irak y Turquía y a un eventual recorte de las tasas de interés en Estados Unidos, llevó a un nuevo récord al barril de petróleo Brent, de 90.49 dólares, y al de Texas, de 93.53 dólares.
La paraestatal es la tercera del mundo en producción.
El director de Pemex Exploración y Producción (PEP), Carlos Morales, explicó que para contrarrestar el aplazamiento de las labores de extracción, la compañía busca “incorporar la producción de los proyectos que están en desarrollo”.
Fuentes del Servicio Meteorológico Nacional dijeron que la inestabilidad persistirá “36 ó 48 horas”, pero que mañana podría despejarse el tiempo y comenzar la reapertura de puertos.
De momento están cerrados parcial o totalmente al tráfico marítimo las terminales de Dos Bocas, Pajaritos, Cayo Arcas, así como los de Tuxpan, Coatzacoalcos y Veracruz.
A esta coyuntura se suma el accidente que la semana pasada sembró inquietud en torno a Pemex.
El accidente costó la vida en alta mar a 21 trabajadores al chocar dos plataformas, con fuga de combustible y el derrame de diez mil barriles de crudo en ríos de Veracruz, que ha contaminado los acuíferos que suministran agua potable a 600 mil personas y ha causado daños por 8 mil millones de pesos.
A nivel internacional, las muertes han desatado el debate sobre la seguridad en las instalaciones de Pemex y sobre la falta de transparencia en la empresa.