2 ½ estrellas de cinco
Las dos y media estrellas de arriba son para Letra y Música, la comedia romántica con Hugh Grant y Drew Barrymore, que le comentaré más adelante. También quiero hablarle de otras dos cintas, que junto a Letra y Música nos ofrecen un menú variadito, con tres sabores de comedia muy distintos. Primero, la mexicana Morirse en Domingo, un esfuerzo meritorio del director Daniel Gruener. Esta cinta de humor negro, relata las aventuras de una familia que se ve forzada a realizar trámites funerarios dominicales, gracias al pésimo timing de uno de sus miembros. La cinta fue realizada con un estilo visual muy particular, y ofrece una perspectiva diferente del DF, pues no pretende retratarlo como paraíso turístico, pero tampoco como puro casbah.
El tono de comedia negra es sumamente difícil de mantener. Morirse en Domingo tiene muchos deslices hacia el melodrama y el absurdo, pero no deja tener detalles rescatables. Véala si amaneció nacionalista y quiere apoyar al cine mexicano, sin tener que sacrificarse al grado de ver Niñas Mal. Morirse en Domingo, cuando menos, le dejará un valioso mensaje: si un ser querido fallece en fin de semana y su presupuesto es limitado, vale más despejar el refrigerador, velarlo en la cocina y esperarse al lunes.
A Letra y Música le pasa algo muy extraño. Empieza muy divertida, con Hugh Grant, haciéndola de estrella pop ochentera que decayó durante los noventa y ahora canta en fiestas y parques de diversiones; y Drew Barrymore, como una chica a la que casualmente conoce y resulta tener un talento natural para escribir letras de canciones. La cinta arranca bien, con diálogos divertidos y buena química entre sus estrellas, pero a la mitad empieza a caerse a pedazos.
Los protagonistas deben escribir, a contrarreloj, una rola para una estrellita pop. Ambos actores, que no tienen dificultad alguna para ser encantadores, van sacando adelante un trama predecible gracias a su carisma, hasta el momento en que aparece el personaje de la estrellita pop. La chica, que es un clon de Britney Spears, parece impregnar el resto de la cinta con la estupidez que caracteriza a la cantante, y hace la última mitad apenas tolerable. Es algo de verdad raro, como si Britney pudiera lanzar hechizos de bobería.
Por último, La Pequeña Señorita Sunshine. Cuando se entregan los Oscares y el premio a Mejor Película resulta dudoso o apretado, casi siempre encontraremos que la verdadera merecedora fue premiada en las categorías de mejor guión. Si además se trata de una comedia compitiendo contra dramas grandilocuentes, las posibilidades de salir con la estatuilla desparecen, pero el triunfo moral crece. Este fue el caso de La Pequeña Señorita Sunshine, una peliculita que es un peliculón.
La cinta, que en apariencia es una comedia sobre familias disfuncionales, es en realidad una lección sobre triunfos y fracasos, y de cómo unos y otros en ocasiones esconden a su contraparte. La película me ha ayudado a formar una teoría que le comentaré otro día, y que pudiera, incluso, salvar el alma de México: la importancia de tener una mentalidad ganadora, sin perder nunca, nunca, la sensibilidad looser.
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