Calificación: Cuatro estrellas de cinco
La Familia del Futuro me recordó un par experiencias desconcertantes con películas de Disney. Cuando vi Dumbo en videocasete, muchos años después de verla en el cine siendo niño, la escena del delirio alcohólico finalmente me golpeó con toda su locura y malicia. ¿Qué estaban pensando los animadores? ¿Fue la escena resultado de una apuesta, de un sabotaje, del uso experimental de drogas? La otra ocasión fue El Abismo Negro, una película de ciencia ficción extremadamente siniestra para el público infantil al que parecía ir dirigida. No se trata de una sola escena aislada, demasiado oscura para Disney… la cinta entera es una anomalía. Ambos casos se distinguen, entonces, por una extraña vena maléfica, que además deja entrever una inteligencia superior, deseosa de rebasar los límites temáticos del estudio.
La Familia del Futuro sorprende por que también se siente fuera de lugar, aunque a diferencia de los casos que mencioné, ahora la inteligencia apunta hacia el lado de la bondad, del optimismo. Quienes tienen fe ciega en Pixar, la exitosísima casa productora dependiente de Disney, opinan que se trata de un contagio de talento al tonto hermano mayor. Yo pienso que es algo más. Creo que La Familia del Futuro es mejor que Cars. Voy más allá: es mejor que la mitad de las películas de Pixar, casi tan buena como Happy Feet.
El personaje principal es un niño que fue abandonado a las puertas de un orfanato. Al crecer, desarrolla un gran talento para la invención, aunque sus experimentos fracasan invariablemente. En su afán por encontrar a su madre, crea una máquina que le permitirá escanear sus recuerdos y recuperar su imagen. Cuando está por demostrar su invento en una feria de ciencias, dos misteriosos personajes, que vienen del futuro, lo interceptan. Uno quiere robar su invento, el otro, protegerlo.
Hasta aquí la cinta no prometía ser mejor que Chicken Little, y luego parecía emperorar. El invento es robado y el niño viaja al futuro. Dentro de cuarenta años la tierra será un paraíso de edificios retro, con tecnología aprobada por greenpeace. Allí, el niño conocerá a una familia de personajes excéntricos, que de entrada los realizadores pretenden hacer tan simpáticos que resultan desagradables. Además, los presentan en secuencia tan acelerada, que parece una estrategia desesperada por retener la atención de los infantes distraídos. Iban cuarenta minutos de cinta y ya quería que se acabara.
Pero, ojo, después de la mitad empiezan a ocurrir cosas que dan sentido, y hasta profundidad, a la excentricidad que parecía gratuita. Incluso frases que se antojaban ramplonas, terminan por ser conmovedoras. La habilidad de la película para componerse y cerrar fuerte me causó una impresión mayor que la calidad regular y constante de Bichos, Monsters Inc. o Cars. El título en español, La Familia del Futuro, es un caso raro porque es mejor, resuena más, que el original Meet The Robinsons. El factor sorpresa y el uso inteligente de las paradojas temporales son el combustible alternativo de la cinta, y le dan potencia para volar más alto que cualquier otra película animada de Disney en muchos años.
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