3 estrellas de 5
Crank: Ridiculez anunciada, inspiración sorpresiva
No se puede tomar a Crack en serio. Hasta la más leve exigencia de lógica y credibilidad deben dejarse en la puerta de la sala. Otras películas de acción, como Casino Royal, por mencionar un ejemplo reciente, pretenden desenvolverse en un universo reconocible, donde los personajes se comportan de manera más o menos racional, siguiendo las inmutables estructuras dramáticas de actos, planteamiento desarrollo y clímax. Crack no. Es una cinta tan libre de restricciones formales como un juego de video (¿Grand Tefth Auto, gamers viciosos?) o una caricatura de Tomy y Daly.
Estas dos referencias, los juegos y los Simpson, deben darle una idea de la edad y gustos del público objetivo de Crank, limitado por un sólo requisito indispensable: cartilla liberada. Crank es un catálogo de excesos, que se impone como única meta mantener entretenida a una audiencia sumamente difícil, de muy breves lapsos de atención y que no se escandaliza con nada.
La premisa de Crank es esta: Un asesino a sueldo, luego de cumplir con su última misión, es traicionado por sus empleadores, una banda de criminales latinos de Los Ángeles. El asesino (Jason Statham) es envenenado con una misteriosa poción china que lentamente ira bajando su ritmo cardiaco, hasta matarlo. El criminal descubre que la única manera de contrarrestar el efecto del veneno, es generando descargas de adrenalina, que su cuerpo inyecta al torrente sanguíneo cada vez que realiza un acto arriesgado. La película tiene entonces el pretexto perfecto para iniciar una loca carrera de obstáculos, en que los absurdos y el ridículo van en crecendo. Como usted sabe, la adrenalina se dispara por muchos motivos, que van desde el miedo hasta el sexo, y Crank está dispuesta a explorarlos todos.
Es la primera realización de los directores Neveldine y Taylor, ex-camarógrafos ambos y coordinador de stunts uno. La película refleja su ansia por establecer de inmediato un estilo propio, acelerado y salpicado de elementos gráficos graciosos. El resultado es una cinta muy divertida, seguramente ofensiva para espectadores conservadores, y que no trasciende, porque no pretende ser más que una comedia sangrienta. Crank parece de pronto una obra temprana de Robert Rodríguez, como El Mariachi, pero con un presupuesto de millones, en lugar de unos pocos miles. Será interesante ver si en el futuro Neveldine y Taylor deciden explorar esa vena melodramática que apenas se percibe en Crank, por la que corre el patetismo junto a la adrenalina.
Con rumbo a ver Crank, un operativo de seguridad policiaco me detuvo, junto a cientos de automovilistas que transitábamos por el Miguel Alemán, durante una hora. Pensé en los posibles escenarios que se presentarían en caso de que un eficiente criminal, como los de Crank, se viera atrapado por el espectacular operativo. Las posibilidades iban desde tremendas balaceras, con todos nosotros en medio, hasta el rápido abandono de vehículo y contenidos ilegales, justo enfrente de donde iba yo. Luego caí en cuenta de que ningún criminal de Crank sería sorprendido por palos de ciego. Quizá sorprendan a los de otras cintas de acción, muy tontas, en que la faramalla y los efectos sustituyen a la inteligencia.
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