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Apocalypto, la visión de los antisemitas vencidos
Si quiere una lección de historia, busque un libro. O mejor aún, busque varios. Para obtener dos visiones distintas de la conquista, por ejemplo, un ejercicio fascinante es leer de manera intercalada a Bartolomé de Las Casas y a Bernal Díaz de Castillo. Gracias a que el máximo ombudsman de los indígenas y el soldado poeta tienen lecturas opuestas de los mismos acontecimientos, el cruce de ambos relatos crea un panorama amplio, desgarrador, que resultaría difícil condensar en varios semestres de estudio. Imposible de abracar en dos horas impartidas por Mad Max.
Apocalypto no trata sobre la conquista, por supuesto, pero tampoco trata sobre los mayas, como muchos indigenistas iracundos quieren creer. Ciertamente, la imagen de fanatismo sanguinario que muestra la película no corresponde con la idea que tenemos de la civilización Maya clásica, pero? ¿qué tendría de divertido que los inocentes héroes de la cinta fueran raptados y llevados al centro ceremonial para enseñarles matemáticas, astronomía y a recitar el Chilam Balam?
La historia inicia con una plácida aldea que ve su armonía destruida cuando un grupo de mercenarios, secuestra a la mayoría de los pobladores para llevarlos a una ciudad grande. Ahí las mujeres serán vendidas como esclavas y los hombres serán sacrificados a los dioses. Salvo uno de ellos, que quizá logre escapar y salvar a su familia. Lo que Mel Gibson pretende es crear, en escenarios exóticos, una violenta fábula sobre la decadencia en las ciudades grandes contra las virtudes de las pequeñas comunidades.
Eso pretende, pero lo que logra es una aventura con un planteamiento estrujante en la primera mitad, y una muy emocionante persecución durante la segunda. Gibson se vale de vil chantaje sentimental para mantenernos interesados en una trama que por momentos parece salida de Depredador o El Fugitivo.
Vale la pena ver Apocalypto, así sea sólo para contemplar el espectáculo de la ciudad Maya. Es extremadamente raro que se utilice tanto dinero para recrear pasajes de nuestra historia, de modo que hay que aprovechar. La explotación inclemente de los súbditos por un régimen violento parece una representación injusta del esplendor Maya, pero es fiel a los Aztecas, tan influyentes durante el período anterior a la conquista.
Encuentro poco material ofensivo a nuestra herencia cultural en Apocalypto. Entre lo mejor que nos dejaron los ancestros están la comida y los edificios, que seguimos disfrutando. En nada me enorgullecen las teocracias sanguinarias y represoras. Cuando los explotados cambiaron a manos españolas, su situación no mejoró gran cosa, pero tuvieron la ayuda de misioneros como de Las Casas, que amortiguaron el impacto, defendiéndolos con los principios de una religión creada por vencidos como ellos.
La cinta no será una lección de historia, mas no todo en Apocalypto es inexacto. Cuando aparece la escena del eclipse, creí ridículo pretender que un evento astronómico tan predecible sorprendiese al pueblo Maya. Pero luego caí en cuenta que el conocimiento suele estar reservado a las elites, que lo usan como instrumento de dominación. En detalles como este Apocalypto no sólo es verosímil, es actual.
mrivera@solucionesenvideo.com