Crítica 3 estrellas de 5
HOLLYWOODLAND, TIERRA DE OPORTUNIDADES PERDIDAS
¿Recuerda el mundo Bizarro, donde vive Superman Bizarro? Es un lugar donde las cosas significan lo opuesto. La maldad es la bondad, la belleza es lo horrible y hacer un bien es cometer un crimen, todo con su respectivo viceversa. Con Hollywoodland nos damos cuenta que ese sitio desquiciado era más real que la Metrópolis del hombre de acero. El mundo Bizarro se encuentra en las fiestas, los pasillos y oficinas de los estudios de cine. Sus crónicas se leen en la prensa amarilla de la meca del cine.
Hollywoodland narra la investigación que siguió al supuesto suicidio de George Reeves (una muy buena actuación de Ben Affleck), el actor que interpretó a Superman en la serie de televisión de los cincuenta. La película es sorprendentemente fidedigna respecto a hechos y personajes alrededor de la muerte del actor. En medio de la telaraña hilada por magnates, amantes, policías y detectives, yace solitaria la trágica figura de Reeves, un hombre con pretensiones de artista que quedó eternamente marcado por el traje rojo y azul (rojiceleste, dirían los comentaristas en un día obligatoriamente futbolero).
La cinta sigue al personaje de Adrian Brody, un detective barato que es contratado por la madre de Reeves para investigar la muerte del actor. El rápido dictamen policiaco es sospechoso. Hay elementos que hacen cuestionable de la teoría del suicidio, mismos que iremos conociendo en series de flashbacks. El investigador privado se vale de sobornos de veinte dólares y anzuelos a la prensa para crear la duda en la mente del público. Al mismo tiempo la vida privada del detective hace crisis, debido a sus otros casos, la nueva pareja de su ex esposa y, sobretodo, el alejamiento de su hijo, un pequeño fan de Superman al que la muerte de Reeves le partió el corazón.
Hollywoodland es una cinta parcialmente exitosa. Le habría beneficiado recortar de sus más de dos horas varias de las subtramas de la la vida del detective, para concentrarse en los últimos años de George Reeves, cuando fue protegido (que es decir juguete sexual y mantenido) de la esposa del gerente de la MGM, bebedor y amante de cantar boleros mexicanos con voz quejumbrosa, además de Superman.
A favor de la cinta está, sin embargo, la meticulosa recreación que hace de la época y de las políticas de los grandes estudios, preocupados por mantener una fachada de glamour y limpieza, mientras en sus corredores se dan toda clase de juegos sucios y relaciones sórdidas. Cuando una cinta nos recuerda lo indecente y mezquino que es el sistema, el mundo de bizarro de Hollywood, más asombroso resulta que tanta de belleza pueda salir de ahí.
Al final, Hollywoodland no es sólo un retrato, sino una continuación de la tragedia de George Reeves. Parece que el viejo Superman no fue material suficiente para llenar un largometraje, y requirió que se la adosara una historia policiaca apenas regular. Como pequeño acto de desagravio, hemos de reconocer que son las partes con Affleck las que brillan; que la historia del actor de mediano talento, el hombre más rápido que una bala, la estrella de televisión infantil que no supo apreciar su suerte, más poderoso que un tren, el suicida de las aspiraciones frustradas, el hombre de acero, merecía su propia película. mrivera@solucionesenvideo.com
