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Cinecrítica

Max Rivera 2

Crítica 2 ½ estrellas de 5

EL HOMBRE-ARAÑA 3: ENTRAMPADO EN LA RED LAS SECUELAS

Luego de ver Spider-Man 3 no podía más que pensar en James Cameron, por un par de razones. Primera, Cameron tuvo, hace diez años, la tremenda responsabilidad de presentarle al publico la película más cara de la historia. Y Titanic cumplió sobradamente con sus compromisos, los financieros (sigue siendo la más taquillera de todos los tiempos) y los artísticos (visualmente espectacular, algo cursi y predecible, pero buena película al fin). El gran logro de Cameron es que los 200 millones de su presupuesto se ven en la pantalla.

Ahora que Spider-Man 3 lleva el estandarte de película más cara, no me ocurre lo mismo. No veo 258 millones de dólares en la pantalla. Los efectos especiales, que se supone fueron el motivo del incremento sobre el presupuesto original, me parecen igual de convincentes que en las primeras dos. Las calles, vehículos y edificios parecen reales, mientras que el vuelo de los héroes, villanos y víctimas tiene todavía una apariencia artificial. Es curioso que pese a los avances en animación digital, el movimiento y la apariencia de los humanos sigua siendo difícil de imitar. Los humanoides computarizados dejan una impresión de irrealidad semejante a la de los refrescos dietéticos, cuando se les compara con los regulares.

Lo que me lleva a mi segundo motivo para recordar a Cameron: el plato fuerte de los efectos de Spider-Man 3, se suponía fuera la apariencia granulosa del Hombre de Arena, que aunque luce impresionante, no pasa de ser una versión Pentium 5 del Terminator de metal líquido, la mera repetición de un efecto presentado hace 15 años. ¿Dónde están los 258 millones? Es un dinero tan mal gastado que parece la película del distribuidor vial o la megabiblioteca José Vasconcelos ¿Qué pasó con Spider-Man 3? Pienso que un buen indicador de los problemas de la cinta, es el hecho de que llevemos tres párrafos hablando de efectos y presupuestos.

Sam Raimi, director de la trilogía del Hombre Araña, había conseguido con las primeras dos cintas de la serie un equilibrio perfecto entre drama, efectos y acción. Nótese que antepongo drama. Al héroe y los suyos les aquejaban angustias y problemas ordinarios, mientras que los villanos conservaban rasgos humanos que les hacían redimibles. Esto permite conservar un área de experiencia humana común con el héroe, de identificación con sus miedos y esperanzas, que a la vez potencia el disfrute de sus triunfos. Ningún superhéroe había sido tan humano como el Hombre Araña, con ninguno había sido más completa y sincera la empatía. De tal magnitud era el triunfo de Raimi. Toda nueva película emanada de comics tendrían ahora que medirse contra su Hombre Araña.

Pero ahora luce agotado y desorientado. Veo un retroceso en la evolución emocional de Peter Parker, que había sido el motor de las cintas anteriores. Aunque los fans del superhéroe aborrecieran la idea, Parker tendría que casarse y tener hijos primero, y luego enfrentarse a nuevos enemigos. Tan es así que en la nueva película hay un exceso de villanos, que apenas logran mantener el interés. Todo lo que Raimi había hecho bien antes, ahora lo alarga y lo fuerza al grado de hacerlo ridículo. Como si no fuera él mismo. Como si estuviera saboteando su propia cinta. El Hombre Araña lo sorteó la primera vez, pero ha sido finalmente derrotado por el fantasma de la tercera parte que nunca fue buena. Ojalá se recupere.

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