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Cinecrítica

Max Rivera II

3 ½ estrellas

Zodiac y El Violín: demasiada / demasiado poca realidad

El Violín, la cinta mexicana del director Francisco Vargas, podría haber sido una de las cintas de denuncia más valientes que se han hecho en este país. Podría haber vindicado las luchas indígenas y campesinas recientes. Podría haber puesto a temblar a los malos elementos del ejército mexicano. Pero no lo hace, porque no tiene causa, ni indígenas identificables, ni tiempos recientes ni pasados, ni ejército con nombre. Al final, queda sólo una desgarradora descripción de injusticias genéricas (e intercambiables, como las medicinas).

El Violín describe el avance de una armada anónima, cruel y efectiva, que arrasa comunidades serranas (asumimos que de México, aunque nada. Salvo el acento y las cervezas lo confirme) buscando a los integrantes de una guerrilla más bien torpe. Un anciano violinista, que es pariente de muchos rebeldes, busca ganarse la confianza de un capitán para rescatar armamento de su pueblo capturado. La anécdota es así de mínima, y los detalles así de vagos. Tomar partido y enarbolar una causa particular le habría dado enorme valor a la película, pero por otro lado, la hubiera condenado a un seguro enlatamiento, estando las cosas como están. Con todo la cinta es efectiva, de potente impacto visceral, como lo fue La Pasión de Cristo, de Mel Gibson. Ambas cintas se parecen, en su manera de rescatar con detalle el sufrimiento de sus personajes, y perder su esencia.

Zodiac sigue la investigación realizada desde finales de los sesenta hasta los ochenta, con diferentes niveles de intensidad, sobre los asesinatos que se atribuyó el autodenominado Zodiaco. Si decide ver Zodiac, no espere una feria de sustos y salpicaduras de sangre. De ambos hay, pero no son el tema principal de la cinta. Tampoco espere epifanías detectivescas que atan los cabos y resuelven el misterio. De hecho, el caso sigue abierto hasta hoy. El atractivo de la película es otro: entender la vida de los que hicieron del Zodiaco su tarea y obsesión. Seguir su investigación, de mínimos avances y dolorosos retrocesos, en una lucha que se hace principalmente desde el escritorio, contracorriente al papeleo y las jurisdicciones. Con frecuencia Zodiac se siente como estar encerrado haciendo inventario en la dulcería, mientras los demás ven una película de asesinos en serie.

Se trata de un experimento muy interesante de Fincher, aunque no del todo exitoso. El director de Seven, busca con esta cinta alejarse del estándar barroco y de salvaje elegancia que él fijo. Al final, creo que el problema de Zodiac es que de todos los personajes involucrados en la investigación, acabamos quedándonos con el menos interesante: el caricaturista venido a investigador, pero esto era inevitable, ya que la cinta se basa en sus libros.

¿Era tan inteligente el asesino del Zodiaco que logró evadir a policía y prensa, y posiblemente morir sin ser inculpado? La película no parece demostrarlo. Más bien nos enseña que la escena del crimen se convierte en un centro de entropía, y con cada minuto que pasa, los elementos que en él se juntaron empiezan a dispersarse, borrando huellas y recuerdos. Para unir los puntos esparcidos hacen falta, además de conocimiento, suerte y fantasía. Al final, sólo los pacientes podrán encontrar, en el caos de estrellas, los signos del zodiaco.

mrivera@solucionesenvideo.com

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