3 1/3 estrellas de 5
Harry Potter y la caja registradora
Es posible que Harry Potter y La Orden Del Fénix sea la película que más me ha gustado de la serie. También es posible que todas me hayan gustado igual. Y es probable que dentro de unos años sea incapaz de recordar que pasó en cada una, con todas las películas revueltas en mi memoria, como una sola masa ligera, inconsistente sí, pero sabrosilla. De lo que estoy completamente seguro, es que fue hasta esta última cinta que me sentí, más que como espectador, como un cliente. No percibo esto como algo necesariamente malo, porque soy un cliente satisfecho. La Orden del Fénix se siente como una buena visita a una franquicia de comida rápida, donde compro y consumo un combo que me agrada, de fantasía con angustia adolescente, camaradería y una orden agrandada de efectos especiales. Yum. Comida que satisface sin alimentar, y a la que sin duda volveré próximamente, con la confianza de salir igualmente satisfecho.
La prensa de espectáculos llama franquicias a otras series, como Shrek, Piratas del Caribe, James Bond y hasta a la Guerra de las Galaxias. Pero ninguna de ellas se ha sentido como una apuesta segura, ni ha proporcionado la misma experiencia, con la consistencia y solidez, casi infalibilidad de Harry Potter. Esta serie es la que realmente merece el término, una potente máquina de hacer dinero. Es algo mágico. O monstruoso, según.
En La Orden del Fénix, Harry Potter regresa a Hogwarts, luego de ser atacado por espectros durante su estancia con sus tíos humanos normales (... está bien, muggles). En la escuela se reencuentra con su séquito de amigos y admiradores, y con sus enemigos y detractores. A ambos grupos usted los conoce, están formados tanto por alumnos como profesores y se han mantenido constantes, sin matices, a lo largo de la saga. Este maniqueísmo simplón, que acusa fuertemente su origen de literatura infantil, es en mi opinión el punto débil de la saga, por monótono y predecible. Lo que ha traído variedad es la sabia decisión de permitir la libre secreción de hormonas de los personajes, así como la introducción de una saludable dosis de rebeldía y cuestionamiento a la autoridad.
En esta ocasión, además, aparece la paranoia gubernamental y la represión a las liberales prácticas educativas de Hogwarts, cuando la escuela es vigilada y luego tomada por el Ministerio de Magia. La historia es divertida, como lo han sido todas, pero está tan profundamente inmersa en su mundo creado que será totalmente impenetrable para los espectadores virginales.
¿Qué tipo de fenómeno comercial es Harry Potter? Es un notable éxito cinematográfico y literario, pero en la pantalla es uno más entre los muchos que llegan cada verano. En cambio, en las librerías, es una anomalía. J.K. Rowlings le ha dado respiración artificial a la industria editorial durante años, y dentro de una semana le dará una última bocanada de aire. Aunque los méritos literarios de la serie son cuestionables, su impacto al crear millones de nuevos lectores, no lo es. Hay un antes y después de Rowlings. Por eso, cuando me preguntan quién me ha parecido el mejor director de la saga, Colombus, Cuarón, Newell, o ahora David Yates, sólo puedo pensar en la mujer de la doble inicial. El hecho de que los directores sean intercambiables lo dice todo.
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