Concentrarse en Grbavica,
no en La Revelación de Sara
En La Revelación de Sara, como el título indica, hay una revelación importante acerca del personaje Sara, una chica preadolescente más o menos rebelde, que constantemente pone a prueba la tolerancia de su madre. La revelación no se la voy a decir, por supuesto, pero el hecho de le hayan puesto ese título a la cinta en español es una distracción. Cuando la revelación llega, la cinta esta por terminar, y por la expectativa del suspenso hemos restado importancia a detalles relevantes, mientras nos concentramos en otras subtramas de la película, que finalmente no cuajan. Esta cinta es un testimonio importante sobre una guerra muy reciente, y aunque no es tan desgarradora como La Vida Secreta de las Palabras, si nos coloca geográficamente en el epicentro del dolor bosnio.
Grabvica es el barrio de Sarajevo donde viven Sara y Esma, su mamá. Como muchos de sus compañeros de salón, Sara perdió a su padre durante la guerra. Estudia secundaria (supongo, tiene 12 años) y su más grande ilusión es conseguir su boleto para el viaje escolar de la escuela, que cuesta doscientos euros. Sara se entera de que el viaje es gratuito para aquellos chicos cuyo padre fue mártir de guerra, y le pide a su madre que consiga el certificado gubernamental que constata la heroicidad de su progenitor.
En lugar de eso, Esma consigue empleo como mesera en un club nocturno, confecciona vestidos de cóctel (hace un sólo modelo, que le vende a varias mujeres), y pide prestado, a quién se deje, a diestra y siniestra. A su jefe del club, un tipo malencarado y con facha de mafioso, le pide anticipo con apenas dos días laborados. También trata de conseguir adelanto en un grupo de apoyo psicológico a mujeres, que una vez al mes les otorga un subsidio mínimo. Al único que no le pide nada es a un galán que se le acerca, un grandote que es guarura, o contratista independiente para trabajos no muy legales. Esma se siente atraída por el hombre, pero es una mujer que rehuye el contacto.
Mientras Sara inicia sus primeros ensayos románticos, claro, con el muchacho con quien solía pelear en el patio de la escuela. Me he detenido en los detalles del día a día de las mujeres, porque al final son los que importan. No vale la pena distraerse en las amenazas de violencia gangsteril, que me parecen más bien un error de diseño de la historia.
Y por respeto a la trama de Grbavica, ni siquiera puedo hablarle del tema más importante de la cinta. Un tema que resulta crucial para entender las mujeres de la historia y las heridas de Bosnia, de Sarajevo. Un tema que la directora Jasmila Zbanic toca, desgraciadamente, hasta el final, y que de haber integrado desde la parte central, nos habría dado la oportunidad de disfrutar su evidente sensibilidad y tacto para explicar el dolor de Esma, la belleza de su relación con Sara, y la tragedia de Sarajevo.
Así que le doy un consejo, concéntrese en ambas mujeres y la atención al detalle de la directora. Y admire la belleza triste de la ciudad. La cinta es también una canción de amor a Sarajevo y sus edificios heridos, que aunque casi reconstruidos por completo, no dejan de trasminar a sus fantasmas.
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