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Cinecrítica

Max Rivera ll

Calificación: 4 ½ estrellas de 5

La película extranjera ‘de los otros’

Llega al fin la película de los otros, los alemanes, los que nos arrebataron el Oscar a la mejor película extranjera, el premio que sentíamos prácticamente en la bolsa con El Laberinto del Fauno. Impulsados un poco por despecho, algunos irán con ánimo beligerante, con ganas de medirla contra la cinta de Guillermo Del Toro. Aunque creo que después de verla, habrán de concederle razón a la academia. La Vida de los Otros podrá ser inferior como espectáculo (muy difícil competir con la exhuberancia y barroquismo del Fauno), pero la cinta alemana es más profunda, y toca temas urgentes para los ciudadanos estadounidenses, temas que deben recordar para no perder en su propia tierra la batalla que se ganó en Berlín de 1989. La caída del muro, que muchos creen Ronald Reagan logró con un discurso, es en realidad un triunfo de la cordura y hartazgo del ciudadano contra el control gubernamental enloquecido.

La Vida de los Otros transcurre en la Alemania Democrática del orwelliano 1984, y relata semanas decisivas en la vida de un oficial de mediano rango de la Stasi (policía secreta) de Alemania del este, cuando se le asigna la misión de espiar a un popular autor de teatro y a su novia, la actriz principal de muchas de sus obras. El oficial es un tipo solitario, eficiente e idealista que, como buen burócrata, esta convencido de la importancia y bondades del trabajo que realiza, así sean labores inhumanas y destructivas. Al iniciar la película, mientras reproduce la tristísima grabación de un caso reciente, el oficial describe a un grupo de novatos, con frialdad absoluta, sus pulidas técnicas de interrogación para descubrir a posibles desertores o disidentes. El personaje fue bellamente interpretado por Ulrich Mühe, quien murió de cáncer en julio pasado. Cuando me enteré de su muerte, no pude más que recordar la actuación de Massimo Troisi en Il Postino, y la curiosa manera en que una muerte real impregna de tristeza a un personaje ficticio.

Cuando empieza la misión de espionaje, le motiva su antipatía por el director de teatro, al que considera arrogante y sospechoso. Pero al paso de los días, va descubriendo que su investigado es tan idealista y leal como él, mientras que sus superiores se desenmascaran, haciendo evidente que la lujuria y el oportunismo político son los verdaderos motores del caso. Es entonces que a la cinta se integran elementos de thriller que la hacen, además de inquietante y provocadora, emocionante, como buena película de espías. La Vida de los Otros es apenas el debut del director Florian Henckel von Donnersmarck. Su retrato del Berlín dividido por la guerra fría se basa en experiencias de su propia infancia, cuando junto con sus padres visitaba a familiares y amigos del lado oriental. Von Donnersmarck captura de manera escalofriante el miedo de vivir sometido por un estado obeso y paranoico.

Curiosa coincidencia que tanto la cinta alemana como la México-española retraten la opresión de dictaduras, una de izquierda y otra de derecha. En La Vida de los Otros hay una escena particularmente pavorosa, que nos recuerda lo caro que puede salirnos hacer chistes sobre gobiernos intolerantes. Por eso, debiera ser obligación ciudadana mantener las baterías satíricas sobre los gobernantes, todo el tiempo, al nivel de los últimos dos años de Fox o de Bush actual, sin importar agendas legitimadoras o de dignificación de instituciones. La irreverencia es el mejor marro. Y el humor es un terreno pantanoso, no apto para la construcción de muros.

mrivera@solucionesenvideo.com

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