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Cinecrítica

Max Rivera ll

4 estrellas de 5

Hairspray: John Waters se recoge el pelo

El Blues y el Country tuvieron un hijo, al que llamaron Rock n’ Roll. Mientras tanto, el Mal Gusto, el Kitsch y las Ganas de Joder, en escandaloso trío, tuvieron otro hijo; lo llamaron John Waters. El destino del joven John quedó marcado cuando, en un cumpleaños, su abuela le regaló una camarita de 8 mm. Dejó brevemente su amada Baltimore para estudiar cine en Nueva York, pero desertó luego de unos días, tras descubrir que el programa de estudios contemplaba analizar durante semanas El Acorazado Potemkin. John no tenía tiempo para eso. Lo suyo era una urgencia por incomodar al público, y si al público lo iba a molestar, además de su mensaje, su casi inexistente habilidad técnica, pues mejor.

Y desde la primera, sus cintas llevan un sello inconfundible. Dieciséis películas, (hasta hoy y sin contar la nueva Hairspray porque no la dirige él), hechas con presupuestos ínfimos, personajes chocantes y tramas flexibles, hasta erráticas, que siempre pueden desviarse un poco más para incorporar una ocurrencia perversa de último minuto. Por eso no encontrará cintas de Waters en ningún top ten de crítica o de taquilla. De hecho, hasta esta versión reencarnada de Hairspray, era casi imposible encontrar una cinta de Waters con distribución masiva en salas de cine.

Hairspray ha completado un extraño círculo. De ser una de las más accesibles cintas de su autor, fue adaptada a exitosísimo musical de Broadway, y enviada de regreso a la pantalla, armada con un enorme libreto de canciones originales. He visto las dos Hairspray, y he decidido, no sin antes pensarlo mucho, que me gusta más la nueva. La furia y malicia de Waters (lo más valioso de su cine) han recibido una capa de barniz, sin duda, pero aún laten bajo la laca. Y esta nueva, económicamente redituable, divertida e insidiosa forma de viajar del estilo Waters, le abrirá la puerta con públicos que nunca verían su obra, esos públicos de los que le encanta burlarse.

La heroína de Hairspray es Tracy Turnblad, una corpulenta adolescente que sueña con bailar rock n’ roll en el programa televisivo juvenil local (recordé Fiebre Menuda, de Juan Ángel Vázquez, un show que Waters habría apreciado). La sinceridad y humildad de Tracy, le permiten incorporarse al programa, además de los dotes de bailarina de la joven actriz Nikki Blonsky, un torbellino al que es imposible quitarle los ojos de encima. Pero no se conforma con eso. Descubre el talento de los bailarines negros, a los que se tiene relegados a un solo show al mes, y empieza a luchar por su integración.

La cinta tiene además de sus rollos bienintencionados, los atractivos propios de un excelente musical, con el deleite adicional de ver a John Travolta y a Chistopher Walken bailando juntos, como marido y mujer. Pero el auténtico placer de Hairspray, es tener la meta-experiencia de ver la nueva y medio inocentona versión, y al mismo tiempo ver como se trasluce la filmografía de Waters, que no solo lucha por los negros y los gordos, sino por los homosexuales. Al inicio de la película Waters tiene una breve aparición, como un exhibicionista al que vemos de espaldas. En realidad, Waters se exhibe durante toda la cinta. Y de frente.

mrivera@solucionesenvideo.com

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