4 ½ estrellas de 5
Supercool: reinventando el rol
Como hizo en Ligeramente Embarazada con los embarazos no planeados, el clan Apatow se lanza, desde su particular atalaya (que más bien parece el sótano de una casa suburbana, tomándose unas chelas), contra otra de las principales fuentes de angustia clasemediera occidental: el paso a la madurez simbolizado por la graduación de preparatoria. Es posible y de esperarse que en su temática sigan en línea la inconformidad laboral y las fiestas navideñas. ¿Y sabe que? Pese a ser los escenarios más trillados, estoy deseoso de verlos.
El encanto de estas cintas reside en su delicado equilibrio. Resulta extraño hablar de delicadeza cuando se trata de comedias que a primera vista se antojan descaradamente groseras, pero por debajo del humor vulgar corre, de manera constante, una vibra inteligente y sentimental. Judd Apatow, que aunque no dirige sino produce Supercool, es la cabeza más visible del grupo que desde Virgen a los Cuarenta se ha anotado tres éxitos al hilo, y que ha encontrado una formula nada secreta, pero muy difícil de igualar, mezcla a partes iguales de absurdo y cuidadosa observación de la realidad.
Supercool es dirigida por Greg Mottola, quien también participó en dos de las series más originales y brillantes de la televisión reciente: Arrested Development y The Comeback. La historia transcurre durante uno de los últimos días de clase en la high school, cuando tres impopulares compañeros resultan sorpresivamente invitados a una fiesta, gracias a que uno de ellos consiguió una identificación falsa y podrá comprar licor (por cierto, el nombre en la identificación es tan bueno que seguramente perdurará en la memoria cinematográfica). De los tres adolescentes, dos han sido amigos desde el kinder, y las bajas calificaciones de uno de ellos causarán que se separen, al entrar a universidades diferentes.
Los amigos, con la mente nublada por la ebullición hormonal, confían que alcohol será el elemento mágico que los convierta momentáneamente en héroes, debilite la voluntad de las chicas, y lubrique su camino hacia una cama. El plan habrá de complicarse, por supuesto, y en el transcurso de la noche descubrirán que la irresponsabilidad de los adultos es mucho peor que sus juveniles desbalagos. Los diálogos de los jóvenes son una procaz delicia, que sufre un poco al filtrarse por los subtítulos. Un conocimiento básico del inglés (del que aprendería en la calle, no en cursos), le permitirá disfrutar la inventiva y el ritmo con que puede utilizarse una palabrita de cuatro letras.
Supercool hace bien todo lo que American Pie hace mal. De hecho, la gracia de la cinta radica en que sus personajes creen que American Pie es posible, y mientras intentan reproducirla, viven una experiencia que se parece más a Cuenta Conmigo o a Y Tu Mamá También. El sexo, trofeo que los chavos buscan para graduarse como adultos, es más bien el premio de consolación que nos da la vida por perder una etapa más bella. Los jóvenes de Supercool se están despidiendo, de las amistades puras, de lo que ellos mismos fueron, y ese es el sentimiento que perdura al final. Por eso, aunque me reí como tonto con la cinta, de regreso a mi casa iba en silencio, recordando.
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