3 ½ estrellas de 5
BEOWULF: CASI UN FRAUDE
Cuando vi los cortos de Beowulf por primera vez, me llevó un rato darme cuenta que se trataba de una película animada. La confusión inicial no se debió a la perfección de los modelos animados, sino a la extrañeza causada por la decisión de Robert Zemeckis de llevar a la pantalla el mito anglosajón enteramente con gráficos computarizados, cuando a estas alturas decenas de producciones han mezclado acción en vivo y animación con excelentes resultados.
El pretexto de Zemeckis ha sido la libertad de encuadres y desplazamientos, que de manera virtual ejecutan maniobras disparatadas, imposibles para una cámara de cable y hueso. Pero luego de ver la cinta encontramos la verdadera razón: en vivo nunca se habría podido mantener la clasificación PG-13 (para chavitos de 13 en delante) con la escena de Angelina Jolie como bruja seductora, que es la razón, corazón y zona erógena de la película. Es una aparición magnífica, sin duda la más memorable de la cinta; el dibujo del personaje cumple las fantasías de los fans de la Jolie, exageradas por la libido de los dibujantes del Libro Vaquero y Rarotonga.
Y la verdad es que Beowuf, técnicamente, no representa avance alguno. En cuanto a su apariencia ya había visto esta película en 2001, cuando se llamaba Final Fantasy. Y en cuanto a la dirección, las secuencias de acción se quedan cortas cuando se comparan con Los Increíbles (pero bueno, pocas películas de acción se acercan a Los Increíbles).
El problema de este tipo de diseño de personajes es su inexpresividad, que en poco los diferencia de su contraparte en los videojuegos. Se hace difícil establecer una conexión emocional con ellos, a diferencia de los más irreales, pero adorables cocineros y ratas de Ratatouille. La misma diferencia existe entre tratar encariñarse con un maniquí o con un peluche.
En cuanto a la historia, he leído las quejas de profesores y amantes del texto original que consideran fraudulenta la nueva versión, por las libertades cruciales que se permitió Zemeckis con la historia. Pero en realidad, los ajustes de la nueva versión son una mejora, pues presentan a un Beuwolf lejano al acartonado y unidimensional heroísmo que tanto gustaba hace mil años, y nos muestran al líder post posmoderno, con fallas y vicios.
Y sobre todo, al rey vanidoso seducido por el mal, dispuesto a encamarse con el enemigo de su pueblo. El poema antiguo podrá hacer maravillas por la apreciación literaria de los lectores jóvenes, pero es aun mejor que aprendan a reconocer y cuidarse del Beowulf de la película.
Por estar fuera del país, no he visto y no puedo comentarle el contenido de Fraude: México 2006, pero lo invito a ver la película, por tratarse de un acontecimiento histórico para la libertad de expresión de este país.
Corríjame si me equivoco, pero nunca se había exhibido, en hasta 5 salas torreonenses, una película que ataca y cuestiona al Presidente en funciones así, con todas las letras de su nombre. Sea por puro interés mercantil, o porque la censura le habría engordado el caldo a Mandoki y a López Obrador, o por convicción democrática de los distribuidores, es una maravilla que se exhiba con tantas copias en una comunidad predominantemente antipejista.
Las teorías conspiratorias (falsas o verdaderas) se sienten convincentes y coherentes cuando agrupan hechos que en su momento parecían (o son) aislados. Según sé, muchas de las evidencias que presenta ya fueron mostradas en su momento en televisión, pero será diferente observarlas en el contexto de un documental a haberlas visto como nota en el noticiero de horario estelar, precedidas y seguidas por cinco desmentidos oficiales.