Espectáculos Miss Universo Christian Nodal Julión Álvarez

Cinecrítica

Max Rivera ll

DESORIENTADOS POR LA BRÚJULA DORADA

Calificación: 3 estrellas de 5

Luego de ver con atención la Brújula Dorada, sólo pude encontrar un trabajo mediano, a veces denso y entrecortado dirigido al público púber. Por más que quise, no localicé propaganda atea. Posiblemente sea mi error por no esforzarme lo suficiente para dar los altísimos saltos de interpretación paranoica requeridos para encontrar las inflamatorias arengas anticlericales contra las que el Vaticano y las Ligas Católicas nos han prevenido. Quizá, pensé, la película actúa de manera insidiosa, mediante comandos subliminales, pero luego de días de haber visto la cinta, los crucifijos y Biblias de la casa siguen en su sitio. Mi hijo, con quien vi la película, ha rezado a su angelito de la guarda sin convulsionarse y como reto supremo, me senté a ver el canal Católico EWTN, que soporté por media hora antes de cambiarle, no por sugestión diabólica, sino por mi muy terrenal aburrimiento.

Entiendo que la advertencia fue lanzada, más que contra el higiénicamente filtrado film, contra la auténticamente politizada trilogía de libros en que está basado. Además de que la insinuación de lecturas prohibidas tiene resonancias francamente medievales en nuestro país, con menos de medio libro per cápita al año, resulta una ironía cruel. Hasta a los gobiernos más mochos les debería atraer la idea de que el autor inglés Philip Pullman los ayudara a subir unos puntitos en su prueba ENLACE.

Lo único realmente ofensivo de la cinta es su ocasional apelmazamiento, pues durante largos ratos pierde la atención del público más joven. Narnia, la serie con la que compite ideológica y financieramente (mientras una es abiertamente cristiana la otra es… uh… ¿no-cristiana?), hace mejor trabajo de entretenimiento, que finalmente es lo que buscan los niños, más que guía espiritual. Aún así, el maravilloso trabajo de efectos especiales realizado con la creación de los daemons y los osos polares, los delirantes paisajes urbanos (en los que parece que todas las catedrales del mundo hubieran sido vertidas sobre Oxford), y sus vehículos retro futuristas son, en sí mismos, un espectáculo digno de ver.

La Brújula Dorada narra el enfrentamiento entre el conocimiento, representado por el cuerpo docente de la universidad, y el dogma, representado por los dirigentes del Magisterio (y aquí sí me asusté, porque esperaba la terrorífica aparición de Elba Esther), que es el gobierno censor que busca limitar el conocimiento y suprimir la investigación. La historia, le advierto, queda inconclusa, pues abarcará otras dos películas futuras cuya realización se tambalea debido al apenas regular desempeño financiero de la primera cinta en Estados Unidos. Dudo que la decepción en taquilla se deba a la campaña religiosa, que no detuvo al mucho más directo Código Da Vinci, sino a los defectos intrínsecos de la película.

En lo que a mí respecta, la campaña sólo ha provocado la urgencia por leer los libros, y si son como la crítica seria los describe, un llamado a cuestionar los dogmas y a la autoridad, con gusto se los pasaré a mi hijo. De cualquier modo, mi autoridad y la de su madre las ha cuestionado mucho antes de aprender a leer. Pero es el mando de todos los otros, de aquellos que no lo aman, el que me gustaría que aprendiera a juzgar con inteligencia. ¿Será eso peligroso?

mrivera@solucionesenvideo.com

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