Se llama Clima a una estimación a largo plazo -siglos, eras- del promedio del Tiempo, que “es la suma de todos los parámetros físicos y químicos que caracterizan la atmósfera en un determinado momento en un lugar dado”.
El estudio de rocas, hielos y aguas profundas, fósiles de plantas y animales permiten tener idea de cambios climáticos habidos en la Tierra. Física y químicamente se advierte la existencia de levantamientos y hundimientos en el planeta, algunos verdaderamente desastrosos para el tipo de vida que se había logrado hasta su extinción o adaptación en tales condiciones …“el uranio 238 acaba dando plomo 206 con una vida media de 4,500 millones de años… el elemento samario 147 necesita, para desintegrar en neodimio 143 la mitad de su masa, más de 100,000 millones de años”… otros se desintegran más aceleradamente. Son necesarios también para el conocimiento del clima “la pluviometría, temperaturas, humedad, insolación y también posibles variaciones extremas en torno a esas medias que a veces condicionan aún más que los valores medios”.
El acontecer temporal lo registran los meteorólogos, día con día, mediante las técnicas de medición del viento, las temperaturas, las lluvias, etc. La media de estos datos por lo menos de 30 años daría una idea de clima, solamente que siendo muy variadas las regiones y las lecturas puntuales y excluyentes, el resultado no puede ser global y previsible. Se hacen predicciones del tiempo lo más para diez días.
El problema de definir los climas arcaicos y presentes no para en la acumulación de los datos mencionados; se vuelve sistémico, por tanto, necesitado de una bastísima acumulación de conocimientos interdisciplinarios. La Tierra cambia continuamente. Las enormes masas flotantes sobre los mares han producido Pangeas (acomodamiento de estas masas en un solo bloque), también sus rompimientos, con cambios en las corrientes marítimas, emergencia de cordilleras, de climas, de suelos. Ha habido épocas glaciales totales o parciales.
Las profundas aguas marinas son muy frías, pero cambiantes, sea por desplazamientos de aguas calientes, horizontales y verticales, más a menos saladas, aumentando o perdiendo su densidad, que almacenan calor volcánico abismal o sólo en la superficie. Como los mares reciben el 70% de la energía solar total en el planeta, suponemos que por perderlo más lentamente nos permite una tibieza que no permiten los continentes ya que el suelo se calienta y se enfría de la mañana a la noche.
El vapor de agua, gas invisible, difícilmente medible del que “no tenemos ni idea”… “es un poderosísimo gas invernadero”, pero cuando se condensa en nubes refleja la radiación solar, o sea, un efecto precisamente contrario. Nubes y nieblas son antiinvernadero de día e invernadero de noche. Es difícil cuantificar uno y otro estado del agua –menos globalmente-, tampoco el calor que de sus cambios se desprende, qué se queda y qué se escapa al Espacio exterior.
El dióxido de carbono fue y sigue siendo un gas imprescindible para la vida; lo que ignoramos es la magnitud que marcará el efecto contrario, porque tampoco sabemos las cantidades que absorben los “sumideros” de carbono, su permanencia en ellos y sus tiempos de transformación. Las algas y el fitoplancton marinos juegan un papel decisivo en la absorción de dióxido de carbono por su notable actividad fotosintética. El flujo de las corrientes marinas y su contaminación pueden favorecer o no las cantidades de estos seres, lo que a su vez influirá en una abundante o mermada fauna marina y mayor o menor hambruna humana.
De la revolución industrial al día de hoy, ha aumentado el dióxido de carbono en la atmósfera, lo que hace pensar en la posibilidad de un cambio climático no natural sino antropogénico que puede perjudicar el nicho favorecedor de la vida en la Tierra. ¿Por qué se insiste pues en la ampliación del uso de motores consumidores de energéticos cada vez más escasos y caros: más camiones, más automóviles, etc. cuando existen medios menos contaminantes y a la larga más baratos? ¿Qué se va a hacer con tanto pavimento, con tanta chatarra y con una contaminación incontrolable? Imagine usted la cantidad de contaminación atmosférica cuando “todos” los habitantes del globo tengan automóvil. ¿Quién va a ocupar el espacio, los hombres o las charchinas?
Hay además otros contaminantes: si los ríos han sido tiraderos en todas partes, también lo es el mar, con vertimientos de petróleo y con cierta frecuencia el hundimiento de sustancias venenosas en tambos supuestamente herméticos e indestructibles, etc.
Calcule usted, si sumados los mejores cerebros, los mayores adelantos técnicos y enormes capitales a escala mundial, todavía no podemos conocer el funcionamiento de nuestro planeta, qué nos espera a los mexicas cuando en este país se pichicatea el dinero para la investigación, los libros son un lujo, la instrucción pública anda por los suelos, la vida no vale nada y nos pasma o nos vale el funcionamiento de nuestra patria.
*Fuente: Manuel Toharia. El clima. Ed. Debate