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Magdalena Briones Navarro

Leí con mucho interés el artículo “Los Retos de la Educación en el Nuevo Milenio” del señor Rolando Cruz García, publicado en este Diario el sábado 17 de noviembre de 2007.

Cada vez con mayor frecuencia se hace pública la preocupación de educadores y sociedad en general de la necesidad de reformar la educación escolar en México, ya que como el artículo citado manifiesta nos enfrentamos a:

Primero: una globalización “no sólo económica sino en todos los rubros de nuestra vida cotidiana”… “a la enorme competitividad cada vez más exigente y exigida” y a la dificultad o imposibilidad de “dar alcance a las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación”.

Los intercambios económicos y culturales se han dado desde el principio de la humanidad, generalmente con ganancias para las partes. Lo que distingue a México en el contexto actual, y al Continente Latinoamericano, es que estos países por múltiples causas, no han sabido zafarse del coloniaje imperial económico y cultural, sin ganancia alguna en los intercambios, pues los bienes ecológicos y humanos han sido sobreexplotados y lo siguen siendo. No se puede ser competitivo cuando se está aplastado. El nivel de competencia para estos pueblos se queda entre los mismos explotados: trabajando por peores salarios o coadyuvando con los dominantes para la sujeción y abuso de los oprimidos.

Estos eslabones-esquiroles se dan desde los niveles económico-sociales más depauperados, hasta las empresas mayúsculas asociadas a los capitales internacionales, sean éstas privadas o infiltradas, como ostentosamente se muestran en la Administración Pública. Aquí, por supuesto, la competitividad se vuelve “macro”, tornándose el cuerpo social en guerra de todos contra todos. Las asociaciones se vuelven mafiosas, ya que el punto de referencia no puede ser más mezquino y egoísta. No toma en cuenta la necesidad de relación social equilibrada para la sustentabilidad de la especie. Si el agruparse implica una ventaja para la supervivencia en todas las especies, parecería que se trabaja y se coadyuva para que ello no suceda en la especie humana, supuestamente compuesta por “sapiens-sapiens”, supercerebros, corona de la Creación.

Dos: … “cómo enfrentar los retos de una educación integral contra la decadente superespecialización”… Ésta puede dar prodigios en sus distintos campos; lo que es terrible es que el especialista pierda de vista los otros subsistemas que aseguran la vida individual y colectiva. Esto se da en México, achatando desde el principio educacional de los niños mediante la memorización ahistórica y acrítica de mensajes, ahora reproducidos y almacenados por máquinas de la misma forma, borrando así los cuestionamientos y la formación de un saber utilizable en y por los educandos. El mensaje no se grabará en su memoria. No sabe para qué le sirve, con qué está relacionado. Este defecto en el aprendizaje continuará haciendo difícil o imposible un desarrollo físico paralelo al de su mente.

Muchos estudiantes universitarios carecen pues de una formación lógica inductiva, deductiva y sintética que avale mayores éxitos limitantes del desarrollo de su creatividad. Para colmo, queda ausente o en último lugar el cultivo de los sentidos, de la apreciación de la Belleza, la Virtud, la Verdad, la Justicia, la Honestidad y el Respeto hacia los otros y hacia sí mismo. Si el sistema corrupto, corruptor y castrante que nos envuelve, contra el cual difícilmente activamos nuestra protesta no cambia y continúa imponiéndose, desde el aula y desde fuera, en la actual deformación de los niños, el conjunto social seguirá padeciendo su disfunción y el individuo sano terminará contagiado de tan horrenda enfermedad como el padecer la soledad no sólo dentro de la multitud, sino desde el propio vacío.

Cuando se procura y se logra la creatividad, quizá la más alta realización del ser humano, ella servirá siempre que sea compartida. Las riquezas cuando no se comparten se vuelven una especie de chatarra frustrante para quien teniéndolas las esconden y obstaculizadoras para la evolución y mejoramiento colectivos.

Rico Mc Pato es un pobre ser cuyo único sentido en la vida es llenar bodegas de oro y cuidar que nadie lo toque, ni él mismo pues ello significa angustioso empobrecimiento. Sin embargo, Mc Pato es mortal, como lo somos todos, y qué gozó de las maravillas que rodean la existencia. Fíjese: no vio siquiera el esplendor de la Naturaleza circundante, su perfección física y funcional. Tampoco estimó la presencia multivariada de la vida, no oyó la música, ni la celeste ni la terrenal; no convivió, no conoció el amor en ninguno de sus planos, estuvo amarrado contando y recontando pedazos de mineral inerte.

Rico Mc Pato es pues un infortunado enfermo, pariente de su homólogo el Rey Midas, quien acabó convirtiendo en estatua de oro a su propia hija. Ignoro si Mc Pato pueda sentir ante tal desacierto la angustia que invadió al Rey, ello tendrá que estar acorde con la profundidad y desensibilización que en él haya producido su superespecialización contable, oficio inútil para él y quienes lo rodean. ¿Le restará en sus ya contados días de vida solamente seguir contando la chatarra acumulada? Llegado a estos extremos de pobreza, lo mismo hubiera sido contar vigas del techo, piedritas en la calle o arenas en la playa.

Los seres humanos, para serlo, necesitamos por fuerza vincularnos con la Naturaleza, con los otros seres vivos, sobre todo con los de nuestra especie; sí. pero para asegurar avances positivos de nuestra parte hay que tener y conservar sanidad mental, emotiva y operativa entre nosotros y con las otras partes.

El artículo del señor Cruz García da mucho más para ser repensado.

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