La más reciente visita al extranjero de nuestro secretario de Economía, Eduardo Sojo, fue a Japón la semana pasada. Su objeto fue revisar los resultados del Acuerdo de Asociación Económica con ese país que entró en vigor en abril de 2005. Por la importancia que tiene el Japón, segunda potencia económica mundial con un PNB de 4,300 millones de dólares y tercero en poder de compra, la firma del Acuerdo fue saludada en su momento como un hito de trascendencia para nuestro comercio exterior.
La evaluación exhibió la exigua exportación de México al Japón que representa apenas el 0.4 por ciento de nuestras ventas. Nuestras compras al Japón son 4.5 por ciento de nuestras importaciones lo que explica el persistente déficit, ahora de 13,600 millones de dólares, que ambas partes quisieran reducir.
Algunos de los productos que vendemos a Japón proceden del norte del país: partes automotrices, verduras y pescados, pero esta aportación no basta. Los resultados son bajos en comparación con el potencial de ese mercado de 127 millones de habitantes con un poder de compra de 3,568 millones de dólares.
La situación que describió Sojo al regresar de su viaje a Japón es pues decepcionante. Y no es que sea sólo el déficit que caracteriza nuestro comercio. Tras de intensos esfuerzos por negociar y cerrar un acuerdo comercial hace dos años y haberse logrado la rebaja considerable de aranceles para muchos de nuestros productos, la apertura no ha sido aprovechada por nuestros productores.
El doctor Sojo relató a su regreso que se había negociado la entrada a Japón de 200 millones de dólares en ropa, pero que “ni en el primero ni el segundo año se aprovechó un solo dólar de ese monto”. De igual manera, se acordó que exportásemos anualmente 250 mil pares de zapatos y que en el primer periodo vendimos sólo 172 mil pares y en el segundo 102 mil.
El 44 por ciento de las importaciones anuales de 382 mil millones de dólares del Japón son de alimentos. La carne de cerdo, el aguacate, el atún y el limón sí han aprovechado el Acuerdo, pero otros productos que fueron “la manzana de la discordia” en las negociaciones del tratado como pollo y jugo de naranja siguen sin exportarse.
Es frustrante que el secretario de Economía de México haya hecho un viaje para promover el comercio y que su contraparte le dijera que somos los mexicanos los que no nos esforzamos para que ello se logre. Mientras tanto, los japoneses venden activamente en México sus equipos, enlatados comestibles, medicinas y tantos otros artículos de consumo. Las líneas de crédito abiertas para la venta de nuestros productos no han sido utilizadas.
Los japoneses quisieran adquirir de México partes automotrices y electrónicos, pero no hay respuesta. Los fabricantes en México están íntimamente asociados a empresas norteamericanas y europeas y que no han desarrollado los arreglos necesarios con las firmas japonesas que aquí trabajan.
El siguiente viaje de promoción que se hará el secretario de Economía es a la India donde firmará un Acuerdos de Protección y Promoción Recíproca de Inversiones. Ahí la situación es similar. Los indios están aumentando a un ritmo serio su entrada al mercado mexicano en una variada gama de productos y servicios. La distancia no es problema para los empresarios del país del Maharabhata que están visitando a nuestro país cada vez más frecuentemente.
Necesitamos que las promociones mexicanas sean tan activas como lo son las indias, chinas o japonesas. La cuestión es urgente. Requerimos crear empleos. La probabilidad de que se creen este año cerca de 700 mil empleos formales se queda corta respecto a las necesidades del país. Ya es un dato conocido por todos que necesitamos más de un millón de puestos de trabajo y que no cubrir esta cifra simplemente significa seguir aumentando el éxodo de nuestra mejor mano de obra a Estados Unidos, cuya anunciada recesión le impedirá seguir absorbiendo los contingentes que tendríamos que seguirles mandando.
Lo que está a la vista es que no bastan acuerdos comerciales si no se respaldan con una voluntad y una metódica energía ejecutora por parte de los productores agrícolas e industriales mexicanos.
El comercio se hace vendiendo y no declarando buenos propósitos o anunciado perspectivas que luego se abandonan. Los inmensos mercados asiáticos nos invitan. Sus empresarios piden socios mexicanos. Ellos ya están actuando…
Abril de 2007
juliofelipefaesler@yahoo.com