Cada vez que hay exposición a los rayos solares y no se usa un protector solar, se acumulan las radiaciones ultravioleta en la piel y se daña paulatinamente la epidermis, lo que termina por generar cáncer cutáneo.
El mejor aliado para contrarestar los daños del Sol en nuestro cuerpo, es sin duda un buen protector solar.
La gente tiene la idea de que los protectores solares deben usarse solamente en la playa, pues erróneamente se considera que es allí donde las prolongadas exposiciones al astro rey tienen efecto, pero la realidad es que el uso de bloqueadores debe ser constante y casi en todos los sitios.
Hay un asunto en el cual los especialistas en dermatología están de acuerdo, a la hora de exponerse al sol, ya sea en ciudades, montañas o playas, se debe estar preparado con ropa clara, sombreros, gafas y evitar los rayos solares entre las 10 de la mañana y las dos de la tarde, horas en que es mayor la radiación ultravioleta.
Blanca Carlos Ortega, dermatóloga del Instituto Mexicano del Seguro Social, advierte que no tomar las medidas necesarias expone a la gente al cáncer de piel, que cada vez es más frecuente en México.
La amenaza ha ido en aumento debido a que el agujero en la capa de ozono es cada vez más grande y propicia que las radiaciones ultravioletas lleguen de manera más directa sobre la piel. Todo se complica porque la gente no se protege.
Hay otros factores de riesgo para desarrollar este cáncer como la piel blanca, aunque no puede excluirse a la gente morena, y antecedentes familiares, lo cual incrementa hasta en 50 por ciento la amenaza.
Cada vez que hay exposición a los rayos solares o al broncearse en cámaras especiales para ello, al no usar protector solar, se acumulan las radiaciones ultravioleta en la piel y se daña paulatinamente la proteína celular llamada ADN de la epidermis, lo que termina por generar cáncer cutáneo, afirma.
Con la experiencia como consejera, la experta dice que las personas deben evitar el empleo de las cámaras de bronceado, ya que las radiaciones ultravioletas que emiten son dirigidas directamente al cuerpo y, aunque son dosificadas, penetran la epidermis. Quien las usa "está pagando por envejecer más rápido y para padecer cáncer en piel", dice.
La doctora Ortega indica que desde la infancia hay que inculcar a la gente que tenga cuidado al exponerse al sol, en cualquier lugar: playa, alberca o ciudad, inclusive cuando está nublado, pues los efectos no son inmediatos sino que aparecen después de años.
Y comenta que existen muchos tipos de cáncer en la piel. Los tres más frecuentes son: basocelular, una lesión que no cicatriza o una elevación, como un lunar café oscuro, que con los años empieza a sangrar o ulcerarse. En la mayoría de los casos es local, por lo que con el tratamiento -consiste es extirparle- se logra la curación.
El segundo es el carcinoma espinocelular o epidermoide, una lesión que no cicatriza, pero va creciendo. Debido a que no duele no se le da la debida importancia y se deja evolucionar. El tratamiento es el mismo que en el caso anterior, y se cura.
El tercero, el más agresivo y mortal, es el melanoma maligno, que se caracteriza por el típico lunar, verruga o mancha, que muchas personas consideran como "una marca de herencia del abuelo o la mamá".
