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Comunicación compleja y para tod@s/Las laguneras opinan...

Lura Oellana Tinidad

Me encuentro, al escribir este artículo, en Monterrey, ciudad elegida como segunda sede del Fórum Internacional de las Culturas. Resulta impresionante todo lo que se ha llevado a cabo para la realización de este evento: se han gastado millones de pesos en acondicionar lo necesario para exposiciones, conferencias y programas artísticos que tienen como objetivo principal el que los ciudadanos de distintas culturas, religiones y formas de ver el mundo podamos celebrar la diversidad del planeta, conocer variadas formas de arte y fomentar el diálogo sobre los problemas fundamentales que afectan a la humanidad. La idea de este espacio cultural nació en España, en 1996, y en ese entonces se presentó ante diversos representantes de la UNESCO. Tres años después, se firmó por unanimidad el Acuerdo de Cooperación entre la Fundación Fórum y la UNESCO, en donde esta última organización se convirtió en el principal socio de la propuesta. El Fórum tuvo como primera sede a Barcelona, ciudad europea en donde surgió el proyecto. Posteriormente fue elegida Monterrey, compitiendo con otras urbes que quedaron finalistas como Ámsterdam, en Holanda; Durban, en Sudáfrica; Montreal en Canadá y Fukuoka, en Japón. El programa de actividades del Fórum Monterrey 2007 se divide en grandes áreas: Diálogos, Exposiciones y Expresiones Culturales. Los Diálogos sobre los que ha girado este evento, desde septiembre a la fecha, han sido múltiples y variados: Paz y Espiritualidad; Educación, Ciencia y Tecnología; Ciudades y población; Desarrollo basado en el conocimiento; Cultura de la salud y calidad de vida; Gobernabilidad y participación; Identidad y Diversidad Culturales.

Los entusiasmos sobre el Fórum son diversos. Un taxista comenta, no sin un dejo de despecho, su profunda decepción. Dice que el evento no ha traído ningún beneficio para los regiomontanos, que se esperaba a mucho más personas de las que han asistido (traducidas finalmente en derrame económico); que de plano, no le interesan los eventos. Por el contrario, una animada mujer entrega volantes dentro del recinto y nos conmina a participar en un foro de Voz Ciudadana. Dice: “en Monterrey no se puede hablar, pero adentro del foro ustedes pueden expresar lo que quieran”.

Asisto, junto a Blanca Chong, investigadora de la UAC, al último de los Diálogos, el de Comunicación. Específicamente fui invitada a realizar la relatoría de un taller de cibecultur@ que imparte Jorge González, investigador que ha desarrollado variados proyectos en torno a las culturas contemporáneas del país. Me sorprende que este taller esté dirigido a obreros —su presencia resulta inusitada en un foro académico— sin embargo, González trabaja desde hace tiempo con grupos de “comunidades emergentes de conocimiento local”. Ya lo ha hecho antes, junto a su equipo de trabajo del Laboratorio de Comunicación Compleja de la UNAM, con indígenas oaxaqueños y michoacanos, niños de escuelas públicas, mineros en Pachuca, migrantes, comunidades de base y ahora con obreros. Está interesado en el desarrollo de competencias, habilidades y destrezas de estos grupos excluidos o marginados de la producción tecnológica, para operar de formas creativas, sustentables y significativas con la información, con el conocimiento y con la comunicación mediada por computadoras.

El taller comenzó con una breve explicación por parte del investigador sobre lo que entiende por cibercultur@. Explica que kiber, de donde viene ciber, significa pilotear, tener el timón, el control de la nave. De esta raíz viene guber, gobernar. Entiende por cultura, la noción de cultivar, de desarrollar. Finalmente la arroba se refiere al mundo mediado por computadoras, el instrumento tecnológico mediante el cual la inteligencia puede contribuir a resolver problemas. En otras palabras, traduce cibercultur@ como una forma en que los grupos pueden organizarse y ser capaces de pilotear y cultivar sus propios sistemas de información, de comunicación y de conocimiento para resolver, potenciadamente, los problemas locales de la comunidad mediante el uso de tecnologías. Después de la explicación, pone un sencillo ejercicio. Les pide a los participantes que escriban lo que cada uno entiende por información, conocimiento y comunicación. Después los reúne en grupos de cuatro personas y les pide que conversen durante 20 minutos sobre estos elementos, sin utilizar definiciones: cada quien debe decir lo que entiende o cómo implementa en su vida cotidiana estos conceptos. El diálogo fluye, los obreros, mezclados con algunos alumnos de universidades, comienzan a clarificar nociones en común, a discutir, a reflexionar, a polemizar. A pesar de que es un pequeñísimo ejemplo de lo que sucede en los talleres de Comunicación Compleja, se observa que todos se comunican y a partir de la experiencia propia definen los tres elementos. El objetivo de los talleres amplios, es que se trabaje sobre problemas comunitarios muy específicos: la falta de agua, la migración, los desechos tóxicos, etc., González pone el énfasis de que este esquema conversacional puede ser potenciado por el Internet, primera tecnología que da cabida a múltiples voces, a diferencia de los medios tradicionales como la televisión, la radio y el cine que manejan un solo emisor que se dirige a un gran público: la masa.

Quizá nuestro taxista cambiara de opinión si asistiera a un taller, junto a sus compañeros, para discutir problemas de su gremio o de la colonia donde vive en aquella regia ciudad. El conocimiento, si en verdad es colectivo como asegura Jorge González, no puede quedarse en las paredes del Fórum. Ojalá trascienda, por lo menos, en este pequeño grupo de obreros y todas los grupos que se encuentran desarrollando comunicación compleja.

lorellanatrinidad@yahoo.com.mx

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