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Comunicados y tasas de interés

Salvador Kalifa

Los comunicados de los bancos centrales de Estados Unidos y México la semana pasada sobre sus políticas monetarias afectaron la evolución de los mercados financieros en nuestro país, si bien tuvo un mayor impacto el de la autoridad monetaria estadounidense. Dedico este espacio a hacer algunos comentarios respecto a lo que ellos implican para el destino esperado de las tasas de interés.

La Reserva Federal (Fed) anunció el miércoles pasado que mantenía su tasa de referencia y que seguía preocupada por el riesgo de la inflación, pero los inversionistas consideraron que el hecho de haber eliminado la referencia a un apretón adicional, era señal de que el período de tasas al alza quedaba atrás. Esto a pesar de que la Fed insistió que su principal preocupación era el riesgo de que la inflación no se moderase como se espera. En otras palabras, los inversionistas reaccionaron más ante lo que no se dijo que ante lo que se dijo.

Ese día, el Dow Jones se mantuvo prácticamente sin cambio hasta la aparición del comunicado, a partir del cual subió 1.3 por ciento, mientras que el Nasdaq se incrementó casi dos por ciento. La Bolsa Mexicana de Valores también participó de ese festejo, ya que si bien antes del comunicado de la Fed aumentaba alrededor de 300 puntos, culminó la jornada con un alza superior a los 800 puntos. El entusiasmo de los inversionistas también se tradujo en una apreciación de nuestra moneda, que regresó al nivel de los 11 pesos por dólar.

Muchos analistas y operadores bursátiles consideraron que el cambio de señal de la Fed, en el sentido de eliminar de su comunicado la referencia a un apretón adicional, pudiera implicar una reducción de tasas tan pronto como Junio. Eso es posible, pero me parece poco probable. Los datos económicos son buenos en empleo y producción, con una inflación al consumidor que creció en febrero 2.4 por ciento en relación con el año pasado, lo que hace difícil anticipar un descenso inminente de tasas, menos cuando el comunicado fue muy claro en calificar a la inflación subyacente como “algo elevada”.

Mi lectura del comunicado no ve ese cambio de dirección de la política monetaria estadounidense como un evento próximo, y menos cuando la economía de Estados Unidos necesita curarse sus excesos, más que exacerbarlos con una reducción prematura de las tasas de interés. Es sorprendente, sin duda, la resistencia de esa economía y su capacidad de continuar creciendo sin trastornos en sus mercados financieros, a pesar de que se agravan varios de sus desequilibrios económicos, en particular el de la burbuja inmobiliaria, pero ello no significa que ya esté preparada para iniciar un descenso saludable de las tasas de interés.

Las complicaciones en el mercado hipotecario estadounidense no son una sorpresa. Por años el alza de precios convirtió a los préstamos de mayor riesgo (sub-prime) en un negocio lucrativo. Los que no podían cumplir con las amortizaciones, refinanciaban sus casas con tasas menores, ya que la expectativa de apreciación de valor hacía atractivo el préstamo. En la calentura se ofrecieron créditos cada vez más exóticos con el fin de atraer nuevos clientes al mercado de vivienda: ventas de casas sin enganche, e hipotecas en las que el pago mínimo mensual era menor al interés correspondiente. No obstante, en esta ocasión el nivel de inflación hace más difícil que la Fed se apresure a relajar su política monetaria ante el desmantelamiento de su burbuja inmobiliaria, aún cuando comienza a generar crecientes incumplimientos de los deudores hipotecarios.

No considero, por tanto, que la Fed esté contemplando ante esa problemática un relajamiento de su política monetaria en este año, a menos que se diera un cambio dramático en el ritmo de crecimiento de su economía o un reventón brusco de la burbuja inmobiliaria, eventos que la gran mayoría, incluyendo las autoridades monetarias estadounidenses, ven poco probables. En consecuencia, espero que la Fed mantenga sin cambio las tasas por un plazo mayor al que estiman los mercados.

Me parece, entonces, que los inversionistas en Estados Unidos se están anticipando en cuanto a la expectativa de un descenso de tasas, algo parecido a lo que sucede en nuestro país, donde los analistas han previsto desde el año pasado una disminución de tasas, lo que han tenido que ir posponiendo según pasan las semanas y los meses, en vista de que los resultados en el terreno inflacionario apuntan en un sentido distinto.

Es por ello que fue un gran alivio para ellos y los mercados locales el dato de la inflación subyacente de la primera quincena de marzo, ya que como resultó inferior a la de igual período del año pasado, propició que la junta de Gobierno de Banco de México decidiera el viernes pasado seguir manteniendo sin cambio su tasa de referencia. Conviene insistir, sin embargo, que aquí existe desde hace tiempo, a diferencia de Estados Unidos, la necesidad de una política monetaria más estricta, pero nuestras autoridades se resisten a ello con la esperanza que el debilitamiento económico no sólo contenga las recientes presiones inflacionarias, sino que además revierta el proceso alcista haciéndolo converger con la meta oficial del 3 por ciento.

En varias ocasiones he planteado mis dudas sobre esa presunción de nuestras autoridades, pero aún cuando resultase atinada, me parece muy poco probable que las tasas de interés desciendan este año en nuestro país. En el mejor de los casos, y en este momento lo veo muy remoto, ello pudiera suceder hasta 2008. Por mi parte, sigo considerando que el nivel actual del 7 por ciento será un piso muy difícil de romper por lapsos prolongados.

Regreso a esta columna a partir de la semana de Pascua.

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