La capa del Papa se levantaba con el viento durante el rezo del Angelus en Viena (Austria), en el tercer y último día de su visita a ese país. (EFE)
El Papa Benedicto XVI terminó su visita de tres días en Austria con una misa en Viena a la que acudieron decenas de miles de feligreses y un recorrido por una abadía medieval.
La constante lluvia que mojó a miles de peregrinos y acompañantes del Papa desde su llegada el viernes forzó a unos 20 mil peregrinos a refugiarse bajo sus paraguas mientras colmaban la plaza céntrica ubicada frente a la Catedral de San Esteban.
La multitud estalló en vítores cuando el Papa recorrió la plaza, saludando a niños vestidos con túnicas, que ondeaban listones amarillos.
El Sol finalmente asomó entre las nubes mientras el Papa ofrecía las plegarias del Angelus en la plaza, pero una ráfaga de viento le arrancó el solideo blanco de la cabeza y sus ayudantes salieron corriendo para recuperarlo.
“El viento ha hablado por sí mismo”, bromeó el Pontífice mientras las ráfagas arrastraban el mantel carmesí por sus hombros y lo llevaban hasta su rostro.
Posteriormente Benedicto XVI visitó la Abadía de Heiligenkreuz, al sur de Viena, donde elogió a los monjes por la austera vida que llevan, mientras otros 12 mil peregrinos lo saludaban con inmensas manos de goma espuma y sobrevivientes de la drogadicción cantaban y bailaban afuera.
“Es alguien que sabe identificarse con nosotros”, dijo Julia Klein, una de los asistentes.
Benedicto XVI posteriormente se reunió con el presidente Heinz Fischer en un encuentro con voluntarios, antes de regresar a Roma en la noche.
La abadía tiene una especial importancia para el Vaticano, al haber sido elegida como la sede de un encuentro no concretado entre el fallecido Papa Juan Pablo II y el patriarca ortodoxo Alexy II, antes de que los obispos ortodoxos rechazaron realizar lo que hubiera sido una reunión histórica.
El Vaticano buscaba lazos más cercanos con la iglesia ortodoxa, la cual acusa a la católica de hacer proselitismo en tierras ortodoxas. Ayer, el Papa pidió a los creyentes apoyarse en su fe. “Necesitamos una relación que nos alimente, que nos dé dirección y contenido en nuestras vidas”, dijo.
En su homilía, el Papa también pidió a los fieles dedicar los domingos a las enseñanzas de Cristo y “crear oasis de amor sin egoísmo, en un mundo donde muchas veces solamente el poder parece tener importancia”.
El sábado, el Papa en un intento por acercarse a una generación desilusionada con el catolicismo, le pidió a los fieles considerar el mensaje de Cristo como una guía moral, mientras celebraba una misa al aire libre para más de 30 mil peregrinos, bajo la lluvia pertinaz.
La cristiandad “contiene dentro de sí misma una gran fuerza moral, urgentemente necesaria ahora ante los retos de nuestra época”, dijo Benedicto XVI el sábado en Mariazell, una famosa capilla a la Virgen María, en el aniversario número 850 de su fundación.
El reverendo Federico Lombardi, principal vocero del Vaticano, dijo que una copia de la estatua de la Madonna de Mariazell que fue tocada por el Papa fue enviada al obispo de Shanghai, en un gesto de Benedicto XVI hacia los católicos chinos.
Los medios austriacos informaron que dos peregrinos de edad avanzada, hombres de 83 y 80 años, fallecieron a consecuencia de paros cardiacos el sábado y el Papa dijo que estaba orando por ellos.