Creo firmemente que en nuestro país es más la gente buena que la mala. Pero es ésta la que acapara la atención del gran público y de los medios de comunicación y la que más cuestiona a la autoridad.
La gran mayoría de gente buena, es comúnmente silenciosa y por lo mismo no se hace sentir frente a la autoridad, cuando de respaldarla se trata.
Los últimos acontecimientos de Oaxaca son una muestra palpable de lo que digo. Un grupo de gentes toma la ciudad por asalto, destruyen vehículos y dañan propiedades. Pero en cuanto la autoridad actúa, aunque esté dentro de la ley, es cuestionada de muy diversas formas, entre otras, sobre posibles violaciones a los derechos humanos.
Y la pregunta obligada: ¿Y los derechos de todos los demás? ¿De las víctimas? Nadie asume su defensa ni cuestiona a los agresores, porque no quieren verse agredidos por ellos.
A los delincuentes, revoltosos, a quienes alteran el orden y ponen en jaque a la sociedad, no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa. A los otros, nadie los toma en cuenta.
Por eso hemos caído en un estado de indefensión y la autoridad tiene miedo de actuar contra la delincuencia.
Paradójicamente, parece que se cree más en la palabra de un delincuente que en la de la autoridad. Al presunto delincuente chino le creen todos sus cuentos y por el contrario se cuestiona a la autoridad sobre las razones que tuvo para actuar en contra de aquél.
Tenemos que respaldar a la autoridad en sus acciones y los delincuentes que se defiendan ante la autoridad judicial, como cualquier ciudadano.
Porque, como hemos venido actuando, negándole nuestro respaldo a la autoridad, estamos contribuyendo a que se fortalezca la delincuencia y la autoridad tema actuar, por las consecuencias que su actuación pueda acarrearle.
A los delincuentes, guerrilleros o narcotraficantes, puede concedérseles la amnistía o una serie de beneficios de orden penal, que les permiten lavar sus culpas definitivamente. Y a la autoridad la andan tratando de meter a la cárcel por decisiones tomadas hace más de treinta años. Así, ¿quién está dispuesto a tomar decisiones para combatir a los delincuentes?
La autoridad tiene que sentir el respaldo ciudadano para actuar con plena confianza. Dentro del marco del derecho, pero sin que le tiemble la mano.
Nosotros, no hemos sido capaces de transmitirle esa seguridad a la autoridad.
Que las comisiones de derechos humanos, se ocupen de las violaciones graves y flagrantes de la autoridad, pero que no enderece sus acciones contra los agentes del orden, sólo porque tratan de meter ese orden.
Además, para eso está el Juicio de Amparo y el de responsabilidades.
Si como sociedad no somos capaces de hacerle sentir a la autoridad que cuenta con nuestro respaldo para cumplir con sus funciones, los malos que son mayoría acabarán por ganar la batalla y el Estado se convertirá en un verdadero desorden.
Los delincuentes buscan que exista anarquía, desorden y que la autoridad se inhiba de actuar, para ellos poder operar a sus anchas.
Y nosotros, con nuestra pasividad, les estamos ayudando.
Tenemos que manifestar, por la forma que tengamos más a la mano, nuestro respaldo a la autoridad y el repudio a todos aquellos que buscan el caos para salir ganando.
De otra forma, acabaremos por perder la guerra contra la delincuencia.
“Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano”.
N. de A: El sábado 28, se presentará, en el Teatro Nazas, el último libro de don Homero del Bosque Villarreal: “Torreón (1907 – 2007), Cien años de Ciudad”. Es un buen texto sobre todas las etapas de la ciudad y los principales hechos y hombres que la forjaron. Esperamos que sea un evento muy concurrido y festivo, pues se trata de un texto valioso para nuestra historia citadina. La próxima semana ahondaremos un poco sobre ese texto.
