Los vecinos de Zaragoza Sur creyeron que los gritos de auxilio eran porque el Santos había anotado un gol.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- María creyó que sus vecinos gritaban a todo pulmón por el partido de Santos contra Tigres, cuando de pronto su sobrina le tocó la puerta y le dijo: “¡Se están quemando los jacales, sal tía, sal!”. Con la ayuda de su esposo sacó a sus tres hijos de la casa de cartón y madera, pero las llamas se extendieron en unos segundos sin que nada pudiera hacer para rescatar sus cosas.
Con las manos llenas de ceniza, María busca algo qué rescatar entre los escombros que quedaron del incendio que consumió 27 jacales la tarde del miércoles, justo a la hora que todos los vecinos estaban adentro de sus casas viendo el partido de Santos Laguna contra Tigres.
Una vez más, el cielo de la Ampliación Zaragoza Sur se volvió de color negro, como hace casi un año cuando el fuego arrasó con unos 150 jacales. Era un 14 de abril, un Viernes Santo. Ningún vecino se encontraba porque andaban en misa y cuando regresaron, encontraron sus casas reducidas a cenizas.
En esta ocasión, los vecinos estaban entretenidos con el partido y para cuando se dieron cuenta del incendio ya era demasiado tarde. Las llamas iniciaron a las 7:45, justo cuando finalizaba el primer tiempo del partido.
En 45 minutos, el fuego arrasó con las pertenencias de 27 jacales. María Macías Robles dice que estaba con sus tres hijos y su esposo, cuando el fuego comenzó: “llevaba seis meses ahorrando dinero, tenía como dos mil pesos debajo del colchón y ni eso nos quedó”.
Karla, la hija de María, llora porque dice que sus libros y el uniforme se quemaron. No sabe cómo le va a hacer ahora para estudiar, “me asusté mucho y me salí corriendo. Me quise regresar por mis cuadernos pero mi mamá no me dejó”.
María dice que Karla no dejaba de llorar por sus libros, “está preocupada porque ya ni siquiera tiene uniforme para ir a la escuela. Como se quemaron mis gallos, mi hijo Alexis me preguntaba que si sus juguetes también estaban muertos. Si no hubiera creído que los vecinos gritaban por el juego a lo mejor hubiera sacado algo, pero pensé que el Santos había metido un gol y con eso de que todos se emocionan”.
Blasa es hermana de María. Dice que no se durmió hasta las dos de la mañana del jueves, “tenía 700 pesos en mi monedero y también se quemaron. Acabo de estrenar una estufa por la que pagué tres mil pesos. Tengo cuatro años viviendo en la colonia y el año pasado me tocó ver cómo otros vecinos también perdieron todo, pero ni modo de irnos a otro lado si no tenemos dinero”.
María de Jesús Castañón es vecina de las hermanas Macías Robles. Dice que en cuanto escuchó los gritos tomó a sus dos hijos y salió del jacal. “Le quité la cadena a mi perrito pero con las llamas se asustó y en lugar de salirse se metió al baño y se quemó”.
Los alaridos de los perros que murieron quemados, asustaron a los niños, dice María de Jesús. “No pude dormir en toda la noche pensando en lo que perdimos. Hace un año que se quemaron otros jacales y ahora este incendio. Ya no vamos a poder estar tranquilos nunca, vamos a vivir con el miedo al fuego”.
Entre los escombros, los damnificados buscan algo que puedan vender como fierro viejo. Alguien les está comprando a 20 pesos el kilo, por eso unos diez carromatos son llenados con todo lo que ya no sirve, y los caballos regresan una y otra vez a la colonia.
Algunos perros se comen a los gallos y cerdos que murieron calcinados. Los niños juegan al lado de las máquinas que retiran los escombros para nivelar la tierra. María de Jesús dice que no puede creer que un incendio así haya vuelto a suceder en la colonia, “nos quedamos sin nada”, dice mientras las lágrimas ruedan por su rostro manchado de ceniza.
Llega la ayuda
Durante la mañana de ayer, la ayuda comenzó a llegar para los damnificados. Algunas personas altruistas acudieron a la colonia con bolsas llenas de ropa y zapatos y las madres de familia se abalanzaron para alcanzar algunas prendas, pues con el incendio sólo les quedó lo que llevaban puesto: pantalones rotos y zapatos agujerados.
Además, en el Centro Comunitario de la colonia se les proporcionó desayuno a unas 90 personas: pan, leche y yogurt. A la hora de la comida les dieron picadillo con papas, sopa de arroz y agua de guayaba, y de acuerdo a Arturo Flores, coordinador del DIF de Torreón, el personal prepara alimentos para unas 300 personas.
Las unidades móviles de salud del Ayuntamiento y del Gobierno del Estado, dieron consultas y medicamentos gratuitos. Iván Chávez, director de Atención Ciudadana del Municipio, dijo que sólo proporcionarían ropa y comida, pues como la colonia se encuentra en un terreno irregular no es posible darles a los damnificados material de construcción.