La situación prevaleciente en este momento en el seno de la Selección Nacional es de confusión general; independientemente de los resultados recientes, los cuales para nada son alentadores, el sistema de juego, el famoso “parado del equipo”, el rendimiento individual y los conceptos vertidos por la dirección técnica generan desconcierto, y el público se pregunta, con razón, qué rayos pasa con este cuadro diseñado, según el dicho del entrenador, para ser campeón del mundo.
La polémica sube de tono pues por un lado están aquellos que generan altas expectativas para el Tricolor que, al ser incumplidas, generan frustración en el aficionado, y por el otro surgen voces que admonitoriamente recuerdan el clásico regaño paternal con un “se los dije” haciendo alusión a la compleja personalidad del estratega nacional.
Es evidente que la Selección actual está integrada por el grupo de jugadores más interesante desde aquel conjunto que, comandado por Miguel Mejía Barón, conquistó el subcampeonato en su debut en Copa América y asistió al Mundial de Estados Unidos 1994 dejando un grato sabor de boca, sin embargo, no cuadran las cuentas ante los pobres resultados obtenidos hasta el momento.
Independientemente del análisis técnico del equipo de todos, el cual está siendo materia de estudio por parte de los expertos, me concretaré a diversos conceptos vertidos por Hugo Sánchez y que considero no ayudan a encontrar la hebra en una situación que de repetirse puede degenerar en caos.
Cuando se pierde ante Paraguay se critica la forma de jugar del cuadro guaraní por venir al Azteca a “no perder”. Caray, no sabía que los sinodales para una selección debían estipular en el contrato su derrota pero además, se llama “mal mexicano” a aquel que ose reprobar el funcionamiento del equipo verde.
Ante Cuba, equipo amateur, se culpa a la cancha, y frente a Honduras al arbitraje, y el fondo de la cuestión, la explicación de cómo jugadores tan buenos pueden jugar tan mal no se toca ni siquiera de soslayo.
Otra confusión es el tema del carácter y la disciplina; no es tirando patadas, agrediendo, escupiendo y encarando al rival buscando camorra como se muestran las agallas necesarias para enfundarse en la camiseta tricolor, por el contrario, la inteligencia y el conocimiento reglamentario deben ser una herramienta para que el que es mejor en la cancha optimice sus habilidades.
Lo de Cuauhtémoc Blanco y su expulsión es inadmisible, pero resultan peores las pueriles explicaciones de su entrenador. Muy positivo sería que el alto mando tricolor recurriera a los instructores de la Femexfut para recibir orientación reglamentaria y que les clarifiquen los conceptos; no gana en el balompié el “guapo de la película” sino el más inteligente.
Me parece que es el momento de la reflexión, no del enojo; de la búsqueda de soluciones y no de culpables; de atacar las razones del mal momento en vez de acallar las voces disidentes; de sacar el carácter como fuerza interior y no como baladronada de cantina, en fin, de tirar para adelante, y es Hugo, como cabeza, el responsable de esta recomposición.
México va a calificar y puede que hasta gane la Copa Oro pero sólo si logran aclarar esta confusión general.